6. "Suicidio"

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Comprobé la hora en mi reloj un tanto fastidiado y llamé a la puerta. Tendría que pasar la tarde con Jessica y fingir que tenía una familia común y corriente, por primera vez delante de un ser humano. Esperé con impaciencia frente a la puerta y me distraje mirando unas rosas rojas que se encontraban en el ante jardín, su color destacaba intensamente reflejando la belleza de cada pétalo, mientras que sus espinas advertían que lastimarían a cualquier que quisiera arrancarlas. "Toda belleza tiene cierto deje de malicia" pensé irónicamente a la vez que volvía la mirada hacia la puerta.

— ¿Te puedo ayudar en algo?—le sonrió la pelirroja, una vez que abrió la puerta.

—Estoy buscando a Jessica—conteste con una sonrisa.—Supongo que tú debes ser su hermana, puesto que ambas se parecen bastante—deduje.

—Oh, no, no lo soy —le aclaró con una sonrisa, ante aquel inusual cumplido. —Soy Angela, la madre de Jessica—se presentó ante el desconocido amigo de su hija.

—Pues para no serlo, considero que se conserva espléndidamente—besé su mano. —Mi nombre es Nicolas Rinaldi. Estoy encantado de conocerla, Angela.

—Igualmente, Nicolas —le sonrió la mujer. —Pero no te quedes allí afuera. Pasa, por favor —se hizo a un lado.

—Gracias. Lamento haberme confundido. No es común conocer a una madre tan joven y tan atractiva como usted—le fui honesto, conforme me adentraba a la casa.

—Eres muy amable—camino detrás de Nicolas, por el pasillo, hasta adentrarse en la sala.—Puedes tomar asiento—le indicó con la mano.— ¿Te puedo ofrecer algo de beber, o tal vez de comer, Nicolas?

—Se lo agradezco, pero no tengo hambre. Además, solo vine a buscar a su hija —me senté sobre el sillón.

—¿Ustedes son amigos? —le preguntó Angela por curiosidad, a la vez que se sentaba en el sofá de enfrente.

—Solo somos compañeros de clase—le aclare seriamente.—La verdad es que debemos terminar un ensayo.

—Jessica no me comentó que vendrías. Supongo que lo habrá olvidado—sonrió.

—Entonces es un tanto distraída—comenté sin sorprenderme.

—En realidad, a veces pareciera como si soñara despierta, pero no me preocupa, puesto que entiendo que es parte de la adolescencia. Además, Jessie es una chica muy tranquila —sonrió.

—¿Siempre ha sido de ese modo? —le pregunté con cierta curiosidad.

Necesitaba saber más de la cuenta como de costumbre, no me bastaba con lo que ya sabía, quería indagar más a fondo para poder entenderla y pensaba aprovechar la ocasión para que su madre me hablara de ella; cualquier confidencia que pudiese sonsacarle serviría para descifrar aquel misterio en el que se había convertido desde el día en que la conocí.

—No siempre lo fue —dijo entristecida. —Pero no creo que quieras hablar sobre eso. Además, viniste a buscar a Jessie y no quiero hacerte perder el tiempo.

—No lo hace —le aseguré. —Es solo que... me gustaría poder llevarme mejor con Jessica y entender por qué razón se niega a aceptar mi ayuda—le mentí aunque no del todo.

—Estoy enterada de aquella pequeña discusión —le sonrió algo apenada.

—Yo solo traté de ser amable con su hija, pero ella se niega a aceptar mi ayuda, Angela—le explique.

—Sé que a veces puede parecer un tanto orgullosa o tal vez desconfiada, pero es una buena chica. Por otro lado, si se comporta de ese modo contigo, es solo porque... hay algo en ti que... no sé bien que sea, Nicolas, pero me inspiras confianza, así que te lo contaré, para que puedas comprenderla.

ARCADIA: La Guerra por el EquilibrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora