13. ''Redención''.

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Me encontraba esperando a mi protegida. Estaba parado frente a la Real Academia de música del centro de Londres. El edificio era bastante antiguo además de enorme, sin olvidar el hecho de que parecía un castillo o algo por el estilo. Laura solía venir a esta lujosa academia cada domingo, para intentar sobresalir en medio de todos esos humanos mediocres, que no tienen ningún talento en particular más que desperdiciar su propia existencia porque no saben qué hacer con ella; ni siquiera se dan cuenta de lo afortunados que son al seguir con vida, estando rodeados de tantas amenazas. Los seres humanos siempre me han parecido un experimento mal logrado, que con el paso de los años solo ha empeorado.

Ellos pueden elegir su camino a través de sus decisiones, pero no tienen idea de cómo hacerlo y siempre acaban hundiéndose en un mar de lamentaciones, mientras que yo me encuentro estancado en el supuesto paraíso desde hace dos siglos. En todo este tiempo he visto muchas vidas pasar, vidas mediocres y miserables que carecen de sentido, pero que al menos están cargadas de emociones y de aventuras; de todo lo que alguna vez tuve estando vivo y perdí por defender a una persona. Si hubiese sabido cuales serían las consecuencias, no la hubiese ayudado y solo hubiese seguido caminando, después de todo no era de mi incumbencia. Por su culpa me había convertido en un guardián, sin poder hacer nada que me liberara de esta cruel condena, más que confiar en que Arcadia cumpliría con su palabra y me convertiría en un cazador cuando acabará la vida de mi protegida.

El latido de su corazón junto con aquellos pasos calmados que solían anticipar su cercanía lograron sacarme de mis pensamientos y recordarme cuales eran mis prioridades.

—Espero no haber tardado demasiado —dijo Laura llegando junto a Nicolas.

—Descuida, acabo de llegar —le mentí para no hacerla sentir culpable. —¿Ya estás lista?

—Sí, las clases acabaron un poco antes —se encogió de hombros.

—¿Quieres que te lleve a tu casa o prefieres ir a otro lugar? —le pregunte seriamente.

—No tengo ganas de salir, solo quiero irme a casa —suspiró.

—Entonces te acompañare hasta tu casa—comenzamos a caminar.

—¿No me vas a preguntar cómo me fue?

—¿Cómo estuvo tu día de clases?—le pregunte como un autómata.

—Estuvo más o menos —bajo la mirada al pavimento.

—¿Por qué? ¿Acaso no te luciste?—le pregunté para parecer interesado.

Sabía que era muy buena tocando el violín y si se lo proponía podría ir a un conservatorio para ser una gran violinista en cuanto acabará la preparatoria. Supongo que eso la haría feliz.

—No tuve ocasión de lucirme, más bien hice el ridículo y desentoné, es que... olvidé los acordes—le confeso apenada.

—Eso es extraño, ya que nunca se te olvidan. Tal vez estabas desconcentrada. Estoy seguro, que para la próxima ocasión, lo harás fantástico—le comente.

—En ese caso...tendré que  concentrarme y practicar aún más para que no me vuelva a sucederme lo mismo —le sonrió ante sus palabras de aliento.

—Esa es una buena idea.

—Lo es.

—Será mejor que nos demos prisa si queremos alcanzar el autobús —le dije seriamente.

—Está bien —se apresuró para alcanzarlo.

Nos dirigimos hasta la parada de autobuses sin decir nada. Solo unos minutos después tomamos el número dieciséis y nos sentamos en los últimos asientos del primer piso. Durante el trayecto tampoco cruzamos ninguna palabra. Laura se dedicó a mirar por la ventana durante todo el trayecto, parecía como si algo la incomodara y aunque yo también lo estaba no hice nada por romper el hielo. Tal vez debería preguntarle que le pasaba o tratar de animarla, pero sinceramente no me interesaba. Era solo una más de las tareas impuestas por Arcadia. Nunca acabaría de entender qué sentido tiene cuidar a una persona a la fuerza, sin que te importe realmente, porque no es fácil sentir algo bueno por una persona que absorbe la mayor parte de tu tiempo, aunque no sea su culpa.

ARCADIA: La Guerra por el EquilibrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora