42. "Camino hacia la oscuridad".

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Me encontraba en mi última clase de historia, mientras que permanecía con la vista perdida. La oscuridad se había apoderado de mí, pude sentirlo en el instante en que aleje de los Rinaldi, en especial de Nicolas. Todo había cambiado desde entonces, y aunque no había transcurrido más de una semana a mi me parecía una década. Esto era lo más difícil que nunca antes había tenido que hacer, puesto que estaba renunciando a lo único que lograba hacerme sentir completa y especial. Y algo me decía que nadie podría entregarme lo que él me entregaba cada vez que estaba a su lado. Todo había quedado en el pasado y las mentiras habían logrado separarnos finalmente.

El timbre me sacó de mis pensamientos, por lo cual me levanté de mi asiento y me dirigí hacía la salida para luego alejarme por el pasillo, pero entonces alguien me impidió seguir mi camino, deteniéndose frente a mi. Levanté la vista y entonces me encontré con su angelical rostro, el cual solo era una máscara, puesto que sabía perfectamente que ya no era la misma chica dulce de antes.

—Tenemos que hablar, Jessica— dijo seriamente.

—No hay nada de que hablar, Laura. No después de todo lo que ha sucedido entre nosotras—contesté.

—Sé lo que le hiciste a Nicolas—la puso al tanto.

—¿A qué te refieres?

—Lo destrozaste.

—Yo también estoy destrozada.

—Pues que bien disimulas, porque no lo parece.

—Laura yo...te agradecería que no intervinieras. Esto solo nos concierne a Nicolas y a mi—le dije un tanto complicada.

—Te recuerdo que fuiste tú quien se interpuso en nuestra relación.

—Relación—repetí.

—Nicolas pasaba todo el tiempo conmigo, se preocupaba por mi estado de ánimo y salíamos juntos la mayor parte del tiempo. Eso hacía que fuese especial, hasta que decidiste metertele por los ojos y apartarlo de mi lado.

—Eso no es cierto Laura, y aunque quisiera que lo entendieras sé que no lo harás. Ya ni siquiera lo intentaré—le dije algo cansada.

—Sé que te revolcaste con Nicolas. Felicidades, al fin lo conseguiste. Ya se me hacía raro que hubieses tardado tanto.

—¿Quién te lo dijo?

—Nicolas.

—No te creo.

—Un chico despechado puede contártelo todo si sabes utilizar las preguntas correctas, como también puede caer en otros brazos. Nicolas también estará en mi cama Jessica, y sé que no me costará trabajo. Espero que lo aceptes—sonrió con malicia.

—Ya basta, Laura. Tú no  eres así—le dije seriamente, sintiendo como los ojos se me cristalizaban.

—Siempre he sido así Jessica, es solo que no sabía lo que quería, pero ya lo sé.  Y ahora que lo has desechado, no voy a perder mi oportunidad.

—¿Por qué haces esto?

—Porque te odio, eres la persona que más detesto en el mundo—respondió con frialdad.—No sabes como quisiera verte muerta.

—No lo dices en serio—negué con la cabeza, negándome a creerlo.

—Jamás había hablado más enserio. Todo lo que te ha sucedido es porque te lo has buscando, pero ya no tienes la protección de Nicolas, ni tampoco la de su hermana Pascale. Ahora ya no eres nada, solo eres misma invisible y patética de siempre—sonrió.

—No necesito la protección de los Rinaldi, ni tampoco la de nadie para hacer esto—le dije seriamente, antes de golpearla en la mejilla sin medir mi fuerza. Esto me superaba. Estaba harta de sus crueles palabras, las cuales solo me lastimaban y me hundían aún más en la miseria, tal y como lo había hecho una y mil veces, anteriormente.

ARCADIA: La Guerra por el EquilibrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora