29. Segunda Parte

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En lo sucesivo, caminamos un par de metros durante un buen rato hasta perdernos en el bosque. Subimos por una inclinada colina y nos detuvimos durante unos minutos para observar el paisaje. Jessica parecía algo cansada, pero aún así, no dijo nada. Ella solía restarle importancia a todo lo que le afectaba, solo para que no me preocupara. La conocía mejor que a nadie, igual como conocía su pasado, y ya iba siendo hora de que ella conociera el mío. Revelar quienes somos a los humanos no nos está permitido, como tampoco lo está enamorarse, ni descuidar a los protegidos. Los arcades hemos sido limitados en más de mil formas. Y a pesar de sus reglas, no pudieron evitar que me enamorara y acabase rompiendolas para estar con ella.

—Deberías tomar un descanso—le sugerí a Jessica, mientras que la miraba de reojo.

—No creo que haga falta—contesté con la respiración entrecortada.

—Llevamos bastante tiempo caminando—le recordé.

—Pero aún no me siento cansada—le mentí.

—Si no nos detenemos, acabarás agotándote—le advertí.

—Creo que podré soportarlo, considerando que no soy asmática—le dije volteándome.

—Si algo te sucede... tu padre querrá matarme—le dije seriamente.

—¿Por qué piensas que podría pasarme algo? —le pregunté extrañada.

—Porque... eres demasiado frágil.

—No creo serlo tanto.

—Eres como el cristal. Frágil y delicada, con un resplandor inigualable, pero a la vez eres sólida y tienes esa fortaleza, que te hace volver a levantarte—reconocí. —Es solo que no quiero que te caigas—dije seriamente.

—No llevo zapatos altos, así que no debes preocuparte—le dije sonriendo. —No me tropezaré esta tarde—comencé a caminar despacio.

—Sabes que no se trata de eso— camine a su lado.

—¿Entonces de qué se trata?—le pregunté sin entenderlo.

—Me preocupa la idea de perderte—le confesé.

—¿Por qué piensas que podrías perderme? —me detuve a preguntarle extrañada.

—Porque tarde o temprano, todo se desvanece. Todo lo que quiero termina acabándose. Y no quiero que esto se acabe—le confesé.

—Sabes que sería incapaz de dejarte—le aseguré sabiendo que jamás me apartaría de su lado.

—Y tú sabes que lo único que quiero es protegerte—la miré a los ojos.

—Lo sé mejor que nadie—le sonreí.

—¿Te parece si descansamos bajo ese árbol? —lo señalé con la cabeza, aprovechando la ocasión para que ella tomase un descanso.

—De acuerdo—le sonreí.

—Hay algo que tienes que saber—le dije conforme caminábamos hacia el árbol.

—¿De qué se trata?

—De mi pasado.

—Si es por lo que ocurrió hace un rato. No tienes que decirme nada, Nicolas. Porque yo... creo en ti, y no me importa con cuantas chicas hayas estado antes de estar conmigo—le dije sinceramente.

—No se trata de ese pasado, Jessica. —Nos detuvimos frente al árbol.

—Entonces... ¿De qué pasado se trata? —fruncí el ceño.

—Es una larga historia —me senté bajo el árbol.

—Soy buena escuchando—me acomodé a su lado, apoyando mi espalda contra el árbol.

ARCADIA: La Guerra por el EquilibrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora