ARCADIA: La Guerra por el Equilibrio

1. "La elegida".

Existe un lugar situado mucho más arriba del universo, una realidad paralela con dimensiones secretas, a la que solo pueden acceder aquellos que son elegidos por Arcadia, una hermosa mujer llamada por otro nombre en la tierra, siendo considerada un sacramento desde el principio de los tiempos. Arcadia es quien decide traer de regreso a aquellas almas que abandonaron sus cuerpos por diferentes razones, dándoles la oportunidad de volver a nacer estando en otra dimensión. Desde ese instante sus recuerdos mundanos se desvanecen, al igual que la vida que forjaron en la tierra desde su nacimiento. Todo queda en el pasado. Entonces una nueva especie surge desde su interior, transformándolos en ángeles o demonios, de acuerdo a lo que en realidad fueron en el fondo de sus corazones. Desde ese instante ambas especies se ven obligadas a convivir juntas en una academia, solo para mantener el equilibrio instaurado por Arcadia.

Las fuerzas del bien y del mal predominan en todo el mundo, estando en una constante guerra que no da lugar a treguas. Incluso dentro de la academia, sin importar los constantes esfuerzos realizados por la directora, y el directorio no es la excepción a la regla, entre sus fieles súbditos se encontraba un traidor, aguardando pacientemente hasta la hora de poner sus planes en marcha, esperando el momento indicado para destruir a Arcadia y así poder quedarse con su trono y expandir el poder de los demonios por toda la faz del planeta.

Un ritual profano y demoníaco estaba por llevarse a cabo en la tierra, tres demonios encabezaban el deplorable espectáculo, entre ellos se encontraba el traidor. Estos vestían túnicas negras con capuchas que ocultaban sus rostros bajo macabras máscaras blancas, estas dejaban al descubierto sus miradas frías y oscuras, en sus ojos se reflejaban sus maliciosas intenciones.

El cielo era un manto de oscuridad, el viento recorría velozmente cada planicie del sitio eriazo, aullando malévolamente como si se tratará de un lobo, mientras luchaba contra el fuego que consumía sus flamantes antorchas, estas se encontraban ubicadas alrededor de un altar, en el cual se hallaban dos velas en cada extremo, una era blanca y la otra era negra, simbolizando al bien y al mal.

A unos cuantos metros de distancia, un joven humano caminaba directo al lugar en el cual se realizaría el sacrilegio. Llevaba en sus brazos a una pequeña niña, esta había sido sacada de su cama a mitad de la noche, para ser parte de un ritual en el cual sería sacrificada. Los pasos del joven eran calmados e inseguros, como si no estuviese totalmente convencido de entregarles a la pequeña a cambio de la vida eterna.

Conforme caminaba, se aferraba a su pequeño cuerpo, dejándose llevar por la codicia y el egoísmo que consumían su alma desde hace meses, lo cual la hacían cada vez más oscura sin que se diese cuenta. Y ahora, se encontraba lleno de dudas, preguntándose si sería capaz de darles a su propia hermana, si bien no lo era realmente; había crecido a su lado, tal como si lo fuera. Según el tenía entendido jamás supieron nada acerca de su procedencia, solo sabía que la recogieron y la cuidaron como si fuese parte de la familia Campbell.

— ¿A dónde vamos? —le preguntó la pequeña, frotándose los ojos.

—Quiero que conozcas a unas personas—respondió.

— ¿Son tus amigos?

—Algo por el estilo.

— ¿Mami y papi también vendrán? —el joven se detuvo, dejando que los pies de la pequeña llegarán al suelo.

—No lo creo—tomó su mano para seguir caminando.

—Tengo mucho frío—se quejó.

—Pronto dejarás de tenerlo—acarició su cabeza.

— ¿Lo prometes? —le sonrió.

—Sí, te lo prometo—le respondió seriamente.

Al cabo de unos minutos se detuvieron para afrontar aquel fatídico destino, el cual había sido trazado desde el nacimiento de la niña, por quienes rechazaban la idea de mantener el equilibrio. Los tres demonios posaron sus oscuros ojos sobre la pequeña, que se ocultaba detrás de su hermano por el miedo.