Caminamos en silencio por las oscuras calles de Londres, seguidos por los demonios que iban tras una nueva víctima, para encabezar su lista negra; un alma nueva que reclutar, para que se uniera al lado oscuro y así poder darnos más problemas. Después de un buen rato llegamos a nuestra guarida secreta, en la cual se le prohíbe la entrada a los demonios, a excepción de Jessica, claro. Pensé irónicamente mientras abría la reja y nos adentrábamos en el jardín. A pesar de que ya era bastante tarde todos se encontraban despiertos, puesto que no necesitábamos dormir, ni recobrar fuerzas. A menos que quisiéramos hacerlo. Algunas veces me parecía algo divertido, cuando tenía algún panorama interesante para esa noche, pero otras me resultaba muy aburrido, puesto que tenía que pasarme las noches en vela haciendo las veces de niñera de algún ser humano.—Ya llegamos, entra —le dije seriamente y me hice a un lado.
Nos dirigimos hacia la sala donde todos se encontraban reunidos. Todos nos mirábamos las caras, para luego mirar a nuestra invitada de honor. Ella parecía asustada y no decía nada.
—¿Dónde está Anton? —le pregunté a Elena, rompiendo el hielo.
—En su despacho. Acaba de llegar y los está esperando —contestó.
—Pensé que estaba de cacería—dije ensimismado. —Anton quiere verte —le dije a Jessica y camine abandonando la sala, para ver de qué se trataba.
Como si los milagros existieran, esta vez ella me seguía sin darme ningún problema, ni hacer ninguna pregunta, era como si se hubiese resignado a su suerte. Tal vez seguía estando asustada y no era capaz de decir una sola palabra por miedo a que eso la delatara o pudiese ser utilizado en su contra.
—Espera... ¿quién es Anton?—me atreví a preguntarle a Nicolas, sosteniéndolo por el brazo.
Necesitaba saber con quién me enfrentaría en tan solo unos minutos, y que argumentos podría usar para defenderme si las cosas se complicaban, todo esto me hacía sentir extraña e incómoda; era como si me estuviesen llevando a un tribunal, para recibir la sentencia que el juez me dictaría, para condenarme sin saber de que se me acusaba, solo esperaba que no se tratase de fusilamiento ni de la silla eléctrica. Ya que al parecer había hecho algo horrible y debía pagar por mis errores.
—Mi superior —respondí seriamente, antes de detenerme.
Toqué la puerta solo dos veces y como no obtuve ninguna respuesta la abrí por mi cuenta, usando la perilla como si fuese un simple humano, para no hacerla sentir más incómoda de lo que ya estaba, aunque no me lo dijera podía darme cuenta. Jessica ya había visto suficiente por hoy, puede que demasiado, como para mantenerse cuerda. Al parecer ella no era una humana ordinaria, otra en su lugar ya hubiese enloquecido o hubiese salido corriendo asustada, pero ella no lo hacía; incluso después de nuestra aterradora primera cita, con lo de mi sangre y las presencias malignas que nos estaban siguiendo.
Entré al despacho y permanecí parado frente a Anton quien se encontraba de espaldas.
—Te traje a la chica que me pediste —dije seriamente.
—Buen trabajo. Ahora déjanos solos —le respondió su superior a la vez que se giraba.
—¿Que vas a hacer con ella? —lo miré seriamente.
—Eso a ti no debería importante—le recordó y se sentó sobre su silla de cuero negra. —Sal de inmediato y avísale al resto que no quiero interrupciones —agregó.
—Soy un guardián, pero no soy tu mensajero, así que si quieres enviarles un recado; busca a una paloma para que les de tus instrucciones —salí del despacho cerrando la puerta con fuerza.
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ARCADIA: La Guerra por el Equilibrio
ParanormalTodos tenemos un final distinto, según como hayamos vivido es lo que seremos después de muertos, y no hablo del cielo ni del infierno. Hablo de un lugar neutro en el cual el bien y el mal buscan equilibrarse...un lugar llamado Arcadia.