Me di cuenta de que Diana necesitaba tiempo para volver a ser lo que era antes. No quería presionarla y ni mucho menos hacerla sentir mal.
Necesita tiempo.
Yo decidí rehacer mi vida de nuevo. Ariadna apareció por mi camino y decidí intentarlo con ella.
Es genial.
Pero no es Diana.
El día del cumpleaños no le afectó mucho verme con otra. De hecho se lo tomó bastante bien.
Lo nuestro murió hace tiempo, y lo único que nos une es la niña.
Aún así sigo preocupándome por ella y ayudándola en lo que sea.
Me importa y quiero que esté bien, un hijo de puta no la va a hundir.
Narra Diana:
Los enfermeros me desinfectaban las manos y me ponían los guantes de cirujía para prepararme para lo que me esperaba en las próximas 5 horas.
Un transplante de corazón.
Yo miraba a la nada mientras los enfermeros me daban las últimas instrucciones.
-¡Diana!
Miré a Erik.
-¿Me estás escuchando?
-Sí, tranquilo.
Empujé la puerta con mi espalda y entré al quirófano para ver a mi paciente. Era una mujer de unos 40 años, y el donante fue una víctima de un accidente de coche hace unas horas
Respiré hondo y se hizo el silencio en la sala. Sólo se oía el ruído del pulsómetro. Miré arriba para ver quien estaba y pude ver sorprendentemente a Manu, me saludó.
Quité la mirada rápidamente y relajé los incipientes nervios que estaban saliendo de mi.
-Bisturí-Ordené de forma seca.
Los enfermeros atendían mis órdenes de forma rápida mientras yo hacía mi trabajo. Concentré toda mi atención en lo que estaba haciendo. Sin esperármelo y casi de repente, la paciente entró en parada antes de que le abriésemos el torax para sacarle el corazón.
Los enfermeros, los demás cirujanos y yo entramos en cierto estado de pánico. Yo intenté recordar todo lo aprendido hasta que di con la clave.
-Erik, coge esto.
-¿Qué vas a hacer? ¿Dónde vas?
-¡Que lo cojas! ¡Cojones!
Obedeció.
Yo recorrí la sala buscando en el instrumental. Eché una mirada a Manu y este me miraba fijamente. Seguí a lo mío hasta que encontré lo que buscaba.
Adrenalina.
Corrí a la paciente y le pinché la gran aguja en el pecho. Reaccionó y volvió con nosotros.
Los enfermeros y los de prácticas se quedaron boquiabiertos.
La operación continuó de forma normal. Hasta que de repente el reloj corrió y cuando menos lo esperamos, estábamos cerrando la cicatriz.
-Doctora...-Me dijo una de las chicas de prácticas.
-Dígame.
-Entonces, eso que ha hecho usted antes...¿Es...conveniente hacerlo? ¿Cuánta dosis debemos poner?
-Normalmente se debe optar...no, así no, estíralo bien, no estas cosiendo una puta camiseta-Le dije a Erik-...se debe optar por las planchas eléctricas pero con el pecho casi abierto había que tomar la opción intravenosa. Si se da el caso, son 300ml de dosis dependiendo de la edad.