No dejé de pensar en ese beso que Manu me dio aquella tarde, obviamente al dármelo yo entré en cierto estado de pánico, lo aparté sin pensarlo.
-No, para...-Me aparté.
Me cogió de la cintura y me pegó a él.
-Manu...-Dije con un hilo de voz.
Me aparté de él con fuerza.
-Te echo de menos...
-Yo no, no vuelvas a tocarme de esa manera.
-Deja de fingir Diana, joder, ¿Me rechazas y luego estás en tu consulta provocándome?
-¿Perdón?-Me rei-Tú te provocas solo, además tú viniste a pedirme ayuda.
Nos callamos al ver como venía Diana jr frotándose los ojos. La cogí y la acurruqué en mi pecho.
El fin de semana fuímos al Allianz Arena ya que el Bayern jugaba con el Dortmund. Diana fue con su pequeña equipación del portero mientras saltaba emocionada por ver a su 'papi' en acción. Íbamos acompañadas por Julia, Jessica...etc.
Julia iba con el pequeño Thomas Schweinsteiger y Jessica con el pequeño Mats Hummels jr. Además íbamos con Clara y Carla, que llevaban a la pequeña Génesis.
Fuímos al palco de honor y allí nos encontramos con Ariadna, nos saludó afectuosamente y le hizo carantoñas a los cuatro niños. Bastian al rato vino y saludó a Julia de un pasional beso, luego cogió a su niño y lo colmó de besos.
El partido comenzó y yo no podía quitarle el ojo de encima a Neuer. Me seguía atrayendo con esa equipación puesta, habían pasado 3 años y el cabrón se seguía conservando perfectamente.
Miré a Ariadna de reojo y miraba el partido concentrada, Diana jr daba gritos ocasionales animando a su padre. La afición bávara rugía al ver como los jugadores se dejaban la piel en el terreno, y sobretodo cuando Neuer atajaba los balones con tanta fuerza como siempre.
-¡Papi! ¡Vamos!
-Ay, qué mona-Dijo Ariadna acariciando sus dos colas rubias.
Diana jr iba con su equipación del portero, medias minis, unos tenis, y dos colas. Thomas iba con una mini equipación de su padre con el '31' a la espalda, luego Mats jr iba con la equipación de su padre, y la pequeña Génesis un chupete del Bayern.
Todos supporters totales.
El partido acabó con la victoria del Bayern. Estos 3 puntos en la clasificación daban casi el título de liga al equipo y los jugadores celebraban felices el triunfo. Celebraban con la afición y saludaban a sus familiares en las gradas. Manu saludó a Ariadna de un afectuoso beso y luego me pidió que bajase a la niña.
-Hola, Di-Sonrió.
-Hey, enhorabuena por la victoria-Le di a la niña.
-Hola, mi princesa.
-Mira papi-Señaló sus pequeñas botas de fútbol.
-¡Qué guapa! ¿Papá juega bien entonces o no?
-Sí-Sonrió abrazándose a él-Eres el mejor.
-Voy a hacer un momento unas cosas, luego vuelvo, ¿Vale?
Asentí.
-No...-Dijo la niña entristecida.
-Estoy aquí en 2 minutos, peque, te lo prometo.
Se acercó y le besó la sien.
Pasaron esos breves minutos y Neuer no aparecía. Yo dejé la niña con mis amigas y fue en su busca para decírle que les esperábamos fuera. Entré en el silencioso vestuario mientras los recuerdos de algunos de nuestros momentos ahí venían a mi mente.
De repente oí un gemido. Me quedé petrificada.
Dudé entre si volver o averiguar quién era. Andé despacio intentando adivinar de donde procedía.
-Vamos cariño, así me gusta-Dijo Manu entre ligeros jadeos.
Apreté los labios y sentí una punzada extraña en el pecho. Volví en silencio con mis amigas. Allí cogí a mi niña y la senté en mi regazo mientras le hacía alguna carantoña.
Igualmente no podía disimular mi tristeza y mis incipientes celos.
Al cabo de un rato volvieron esos dos, iban agarrados de la mano y venían sonrientes. Además también apareció Mats y algunos de sus compañeros para saludar a sus respectivas. La niña al ver a Manu gritó y él la cogió mientras sonreía.
-¿Estás bien Diana?-Me dijo Bastian.
Asentí simplemente.
Después de una breve cena volvimos cada uno a sus respectivas casas. La pequeña Diana jr jugaba con sus juguetes mientras yo la miraba con lágrimas.
Me miró con sus preciosos ojos azules y se acercó a mi con su peluche de oso en una mano.
-Mami, ¿Qué te pasa?
-Nada, cielo-Sonreí y las lágrimas cayeron por mis mejillas.
Se subió al sofá y me abrazó.
-Toma, el señor oso.
Me dio el pequeño osito y recordé la vez que Manu vino a verme estando enferma.
Me sequé las lágrimas con el dorso de la mano.
-Gracias, mi vida.
-Te quiero mami.
-Yo también, enana, muchísimo.
Me abrazó.
Después de jugar un rato con ella la bañé, le di de cenar y la acosté. Yo me fui a mi cuarto mientras el fuerte dolor de cabeza se apoderaba de mi. Me miré en el espejo después de ducharme.
-Es obvio que no te quiere-Le dije a mi reflejo-Mírate, no eres ni la mitad de lo que eras, y encima, ¿Quién va a querer a una chica forzada? Nadie, exacto.
Bebí agua y me tomé los antidepresivos.
Volví a la cama y me eché en ella mientras hundía la cabeza en la almohada.
Lloré desconsolada.