Finales de Agosto.
No volví a saber nada de Diana. Así que decidí buscarla por cielo y tierra. Carla me evitaba a más no poder. No me habría la puerta y mucho menos me cogía el teléfono. Lo intentaba con Clara pero no sabía nada de ella.
Después de volver a coger el ritmo en la rutina, una de esas tardes me dirigí al hospital universitario para intentar sonsacarle a alguna enfermera algo de Diana.
Con mi cara y mi sonrisa lo conseguiré, o si no el dinero siempre hace milagros.
Llegué allí y las enfermeras más jóvenes cayeron rendidas a mis pies con mis tácticas de sodomización. Fui a la recepción y allí estaba una chica algo más mayor.
-Buenas-Sonreí.
-Oh...ho...hola, ¿Desea algo?
-Sí, gracias. Quiero saber algo de una de las estudiantes, o bueno...ex-estudiante.
-Mmm...se lo diré depende de lo que sea.
-Dirección.
-No, esa información no puedo facilitársela.
-¿En serio?-Puse mi cara de niño bueno-Ella y yo nos conocemos, lo que pasa es que se ha mudado y no me ha dicho nada...
Se me quedó mirando embobada.
-A...ver, dígame el hombre.
-Diana Hoffmann.
-Oh...Diana. Se fue a Berlín, pero no nos dejó ninguna dirección. No quiso.
¿Berlín?
Pero si ella me dijo Colonia...
-Va...vale gracias.
Entre enfado, desilusión e intriga me dirigí a mi casa para ordenar que preparasen el avión dirección Berlín. Al llegar al aeropuerto subí a mi avión y me senté en el sillón mientras llamaba a uno de mis hombres de confianza.
-Frederick, soy Manu. Necesito que me mires una cosa.
-A ver...déjame adivinar, ¿Diana?
-Sí, mira los últimos empadronamientos en Berlín. Filtra por universitarios. Lo quiero para antes de ayer. Gracias de antemano.
-Estoy en ello. Ahora te llamo. No hay de qué.
El avión despegó y no podía contener los nervios. En cuestión de dos horas el avión aterrizó en Berlín y justo cuando cogía mi equipaje me llamó Frederick de nuevo.
-Lo tengo. Diana Hoffmann, Harzer Strasse número 20. Vive con Clara y con otra chica más. Es un buen barrio, ¿Quieres saber algo más?
-Sí, el hospital. Quiero saber dónde trabaja.
-Vivantes Klinikum. Aprendíz de médico.
-Perfecto. Gracias.
Dejé mi pequeña maleta en el coche y le dije al chófer que me llevase a la dirección. Llegué al barrio y paramos en frente de la fachada del duplex. Me bajé nervioso y toqué la puerta. Clara abrió y al verme se quedó blanca como la leche, me cerró al instante. Yo no la dejé.
-¿Qué pasa? ¿Por qué me pones esa cara? ¿Dónde está Diana?
-Manu. Vete.
-¿Si no? ¿Dónde está?
-No pienso decírtelo.
-Muy bien.
Me di la vuelta enfadado y me subí al coche poniendo rumbo al hospital. Llegué y subí como un poseso a cada planta. Miré a todos lados mientras el silencio reinaba en la planta en la que estaba. Me adentré en un pasillo hasta que vi a una doctora, miraba los papeles, tenía el pelo claro, levantó la vista, y me quedé mirando sus ojos verdes.