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Después del partido de UCL contra el Mánchester City, me dirigí a casa pensando en lo mismo de siempre.

Diana.

Me intriga mucho su forma de comportarse, está muy extraña y me asusta que esté así, además está tomando antidepresivos y eso no es buena señal.

Al cabo de un rato llegué a casa y allí me esperaba Ariadna con una sonrisa en el rostro, se acercó e intentó que me excitase pero yo sólo tenía ganas de dormir.

-Estoy cansado...Ari.

-Joder Manu, siempre igual tío, o estás cansado, o no tienes ganas o no puedes, qué asco.

-¿Asco? ¿Asco por qué? Si tú parece que sólo me buscas para que nos acostemos, de lo contrario...

-¿Perdona?

-No tengo ganas de discutir, acabo de llegar de un partido y tú vienes a calentarme la cabeza por una gilipollez, sin sexo se puede vivir.

Mejor cállate, majo.

-Muy bien, pues yo me voy a mi casa.

Le dejé paso para que se marchara. Ella se fue dando un portazo y yo me quedé ahí de pie sintiendo demasiada rabia.

Pensé durante un rato y me duché para volver a salir, tomé dirección para el centro, más concretamente a casa de Clara y Carla, para ver a mi bebé. Aparqué y después de bajarme del coche me dirigí a la puerta. Timbré.

Abrió Clara.

-¡Manu! ¡Menuda sorpresa!

-Siento venir tan tarde, venía saludar a Diana jr.

-¡¡¡¡Papi!!!!

Mi pequeña vino corriendo y se tiro a mi mientras me abrazaba con fuerza.

-Hola, bebé.

-Hola, papi-Sonrió.

Llevaba mi equipación por encima del pijama de oso.

-Papi, eres el mejor.

Me reí.

-Gracias, princesa. Tengo que irme cariño, ya sabes que entresemana apenas podemos vernos, mañana paso a por ti cuando salgas del cole, ¿Vale?

Asintió apenada y me besó en la mejilla.

Me despedí de las chicas, de la pequeña Génesis y de mi niña. Cogí el coche y me dirigí al hospital para ver a Diana. Allí tuve que esperar durante un buen rato. Me cansé de esperar y fui a su consulta directamente, toqué, entré y no vi a nadie. Recorrí toda la planta y pregunté a algunos enfermeros. Terminé buscándola en la sala de juntas. La vi através del Cristal. Estaba sentada en la gran mesa presidiéndola, tenía un boli en las manos y una postura muy profesional.

-No podemos hacer eso.

-Sí, podemos.

-La medicina está avanzada pero no tanto.

Discutía con mi suegra.

-Tienes sólo 25 años, ¿Qué vas a saber tú?-Le dijo con desprecio.

-¿Y qué vas a saber tú de cardiología si sólo tienes un puto título de oncología? No tienes ni puta idea.

-Calma, calma, por favor-Dijo Erik.

-Que se calme ella, me tiene hasta los cojones.

-Esas pastillas te está haciendo mal...-Sonrió maliciosa.

Diana se levantó y cogió sus cosas saliendo de la sala. Todos los médicos se miraron sosprendidos mientras Lisa sonreía triunfante. Vi como apareció por el pasillo mientras se limpiaba las lagrimillas de la cara.

-Di.

Me miró sorprendida, intentó aparentar que no pasaba nada.

-Hola, Manu.

-Lo he visto, no lo ocultes.

-Me frustra, pero bueno, da igual.

-Ha sido cruel lo que te ha dicho.

-Me ha dicho cosas peores.

Le temblaban las manos y movía la pierna con nerviosismo.

-¿La niña está bien? ¿Has pasado a verla?

-Sí, está bien.

Cogí sus cosas y le eché el brazo por encima. Ella me abrazó.

-Lo siento, siento ser tan llorona-Dijo con la cabeza hundida en mi pecho.

-Ya está, tranquila, estoy aquí.

Me la lleve a su despacho y allí le traje una tila. Ella miraba al suelo sin expresión alguna.

-¿Quieres irte a casa?

Asintió.

Me acerqué a ella y me puse entre sus piernas. Ella me miró nerviosa y amagó la cabeza.

-No...no...no puedo...

Era obvio que tenía miedo.

-Diana...tranquila.

Cogí sus manos temblorosas y las besé. Ella me miró fijamente con sus preciosos ojos verdes. Después de estar en tensión la llevé a su casa, y acabamos en la puerta.

-No quiero que estés mal.

-No estoy mal.

Arqueé una ceja. Me acerqué a ella y volvi a besarla. Se tensó al instante.

-Manu...no puedo, por favor.

-Yo no te voy a hacer daño, Diana.

Agarré su mano temblorosa. Continué besándola mientras ella lo hacía tímidamente.

-Te he echado tanto de menos...

Entramos dentro.

Ella me miró tímida. Yo toqué su cara y la volví a besar, mandé mi mano a su camisa y empecé a desabrocharle los botones de esta.

-Yo...también, muchísimo.

Le quité la camisa y ella me quitó la mia. La cogí y la puse encima de mi para seguir saboreando esos labios que me tenían tan loco desde hace años. Cogí sus manos y las puse en mi pecho para que lo acariciase sin miedo. Ella deslizó sus manos con cuidado por el mientras yo le quitaba el sujetador. Después de acariciarnos, me la llevé a la habitación y allí nos desnudamos despacio mientras ella me acariciaba tímida.

-Tranquila, cariño, yo no te voy a hacer daño.

Besé su frente. Ella asintió.

Mi móvil vibró. Pude ver que era Ariadna, lo puse en silencio y lo tiré lo más lejos posible.

Me posicioné para entrar en ella, ella agarró las sábanas y yo entré. Ella dio un jadeo sorprendida y me miró, sentí como su cuerpo se tensó al sentirme. La acaricié y besé sus labios.

-¿Quieres que siga?-Dije al sentir que estaba muy nerviosa.

Asintió.

Empecé a moverme, ella me agarró de la nuca y me besó. Gemí en sus labios.

De repente me volví a sentir como cuando éramos amantes, los dos escondidos mientras nos dábamos amor, ajenos a todo lo que pasaba fuera.

-Te...quiero, Diana, muchísimo.

Me miró y volvió a besarme.

-Yo más...mucho más.

Sus caricias me hacían sentir como en el cielo.

Acquainted - Manuel Neuer {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora