"La custodia será compartida hasta que la menor cumpla la mayoría de edad, los padres: Diana Hoffmann y Manuel Neuer se verán obligados a concertar un horario de visitas donde el padre y la madre pasarán el mismo tiempo con la niña. El padre estará obligado a dar una pensión de 1.000 euros"
Nos levantamos de nuestros asientos y salimos fuera del juzgado. Manu vino detrás de mi.
-Diana, ¿Podemos hablar un momento?
-Rapidito.
La niña automáticamente estiró los brazos para que él la cogiera.
-Podríamos...quedar para ver cómo lo vamos a hacer...
-Sí, estaría bien. Ah sí, no hace falta que pagues los 1.000 euros, a ella no le va a faltar de nada conmigo.
-Los pagaré, me da igual.
Ella le abrazó y se quedó acurrucada en su pecho.
-Diana, cariño, tenemos que irnos a casa.
-No...-Dijo hundiendo la cara en el cuello de su padre.
-¿Puedo quedármela hoy?
-¿No tienes cosas que hacer?
-Puedo hacerlas con ella a mi lado-Sonrió.
Manu está tan guapo...por supuestísimo que lo sigo queriendo, pero me da pánico, lo que hizo esa noche no me sale olvidarlo y perdonárselo. Es un buen hombre y siempre lo será, pero tengo miedo.
-¿Te parece que nos veamos el viernes?
-El viernes, en mi casa, si quieres.
Hubo un silencio incómodo.
-El viernes, entonces. Te la llevo por la noche cenada y todo. Cuídate.
-Vale, si algo me llamas, igualmente.
El viernes llegó y el apareció en mi casa sobre las siete de la tarde. Hacía frío así que decidí hacerle un café, se lo llevé mientras él estaba sentado el sofá acariciando sus gruesos y perfectos labios.
-Toma.
-Gracias Diana-Sonrió-¿Y la niña?
-Con sus abuelos, tenían ganas de verla-Sonreí-¿Quieres algo más? ¿Unas pastas o algo?
-Estaría bien, sí, gracias.
Me levanté y me dirigí al salón mientras sentía como recorría mi cuerpo con su mirada.
Dios.
Le llevé las pastas y empezamos a hablar sobre la orden de juez. Acordamos que él la vería entre semana mientras que no tuviese que concentrarse o salir fuera del país o de Múnich. También los veranos y las vacaciones, al menos dos semanas.
-Me parece bien-Dijo él asintiendo.
Asentí. Hubo uno de esos silencios incómodos mientras se oía el frío viento del invierno fuera.
-Te echo de menos, Diana.
Me quedé congelada.
-Manu...
Se acercó a mi, demasiado.
-Os echo de menos, a las dos. Siento tanto lo que pasó esa noche, y siento tanto lo que pasó en esos meses. Las peleas, los malos gestos...
Poco a poco se acercaba más y más.
-¿Me echas de menos?
Nuestras caras estaban a centímetros.
-Sí...
Tocó mi cara y luego mis labios.
-¿Qué echas de menos?
-La última vez que dije eso me quedé embarazada.
Nos reímos.
Miré sus preciosos ojos azules, él me miraba también. Me acerqué y me dispuse a besarlo.
-¡Diaaaaana!
La voz de Clara nos sorprendió e hizo que nos separasemos al instante. Ella alcanzó a ver que estábamos muy pegados.
-Eh...hola Manu-Sonrió.
-Hola Clara, ¿Qué tal?
-Bien, ¿Y tú?
-Bien-Sonrió.
-Diana te había traído unas cosillas que he comprado en el centro, he tirado la casa por la ventana y también le he traído cosas a la otra Diana-Se rio
-Gracias Clara-Sonreí nerviosa.
-Bueno...eh...yo mejor me voy, tengo entrenamiento ahora-Dijo Manu levantándose nervioso.
Yo me levanté a la par que él.
-Gracias por venir y...ya nos vemos-Le miré sonrojada.
-Lo...mismo digo-Sonrió.
Cerré la puerta y me giré. Me apoyé en ella y me mordí el labio inferior.
-¿Os habéis liado?
-A punto estábamos...
-Lo amas.
-Sí, pero tengo miedo.
-Eres tonta, se te hace todo agua al verlo.
Me quedé callada.
-Admítelo de una vez, Diana.