ES HORA DEL CAMBIO

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Era un agradable sábado por la mañana y en la sala de un modesto departamento se encontraban un rubio acostado boca arriba completamente dormido y con baba saliendo de la comisura de su labio, además que un globo de moco se inflaba por su nariz cada que respiraba. Acotada boca arriba también y completamente dormida se encontraba Yuki, la cual usaba el estomago del rubio como almohada, la chica tenía un hilillo de baba saliendo por la comisura de sus labios. El rubio solo esta vestido con unos bóxer y una playera blanca mientras que la chica vestía una blusa de tirantes y un bóxer femenino. Al rededor de ambos había una gran cantidad de latas de cerveza tiradas y colillas de cigarros.

De pronto se oyó el timbre pero ninguno de los dos se despierta, el timbre comienza a sonar con insistencia como si el que estuviera del otro lado de la puerta se hubiera quedado pegado a el, pero solo consiguió que los dormilones se movieran un poco. El que tocaba el timbre se caso de hacerlo y ahora decidió aporrear la puerta de una manera que pareciera como si la quisiera tumbar.

Yuki empezó a oír de forma lejana unos golpes hacia una madera haciendo que frunciera el entrecejo comenzando a despertarse, poco a poco abrió los ojos y frunció el rostro en una mueca de dolor y desagrado, en especial al oír como el sonido de los golpes era más fuerte retumbando su cabeza.

La pelinegra se llevo una mano a su frente tratando de apaciguar el dolor y con algo de pereza y torpeza se sentó en el piso mirando con fastidio todo a su alrededor.

-No mami, te juro que no soy Juanito. –escucho que murmuraba entre seños el rubio haciendo que la pelinegra levantara una ceja mirándolo extrañado.

-¡Ya voy! –grito con molestia y fastidio ante los tremendos golpes que le daban a la puerta de su departamento.

Con infinita pereza se puso de pie y arrastrando los pies camino hacia la puerta, quito la cadena y finalmente la abrió topándose al otro lado a un chico pelirrojo con gafas de fondo de botella que le tapaban casi todo el rostro, vestía un suéter holgado a pesar de estar en pleno verano junto a uno jeans desgastados y unos tenis color blancos. Yuki pudo percibir el aura asesina que rodeaba el chico pero no logro intimidarla ya estando muy acostumbrada a ese tipo de aura.

-¿alguna vez te enseñaron para que sirve el timbre de una puerta? –pregunto irónica y fastidiada haciendo que le pelirrojo gruñera como perro rabioso.

-Si me enseñaron para que sirve. –dijo entre dientes y fulminándola con la mirada.

-¿entonces porque tocabas la puerta como loca sabiendo que tenemos timbre? –pregunto irónica mirándolo como si fuera obvio provocando que el pelirrojo apretara con fuerza los puños para no golpearla mientras un que su aura obscura y asesina aumentaba de tamaño.

-¡Lo toque pero no me abrías animal! –grito muy enfurecido.

-¡No grites Sakura que me duele la cabeza! ¡Ayer Naru-chan y yo nos pusimos una peda de los mil demonios! –dijo con fastidio mientras se tapaba los oídos con un gesto de molestia.

-Yuki déjame pasar de una maldita vez o harás que mi límite de paciencia se agote. –dijo entre dientes de forma amenazante. Yuki rodo los ojos y se hizo a un lado para que pasara.

Cuando Sakura se adentro al departamento oyó como la pelinegro cerraba la puerta con brusquedad. Sakura puso una mueca de desagrado a ver botellas tiradas en el piso y ver a Naruto desparramado bien dormido.

-(¡malditos! Estos divirtiéndose de lo lindo toda la semana estando de arrastrados y yo me pase la peor semana de mi vida ò.ó) –la peli-rosa gruño molesta y sin compasión pateo a Naruto en el estomago descargando parte del coraje que tenia juntado a lo largo de la semana.

¡YO NO SOY GAY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora