Episodio 38: Iraga

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-Entonces, dime ¿Cuál es el deseo?-

-¿Eh?-

-Tal y como dijiste, a las personas a las que elijo, les concedo un deseo...no importa el limite ni las leyes del universo, siempre se cumplirá, en el momento y lugar que tu desees.-

Un deseo...

La azabache volvió a sentarse en el sillón, dirigiendo su mirada hacia el gran ventanal del lugar donde se podía apreciar los tonos anaranjados del atardecer.

-Sé que tienes uno, tal vez tú aun no lo sabes...-

-¿Eso incluye devolverle la vida a alguien?- Pregunto la menor, aun con la vista en el ventanal.

-Ya lo eh dicho, el deseo no tiene límites. Pero yo sé que ese no es el deseo que quieres pedirme.- Dijo la mayor sonriendo y la otra pensó "¿Cómo lo sabe?" –Tú solo piénsalo un poco más...-

"El castigo del destino, es ser olvidado. Perderse en el espacio tiempo. Ser olvidado." Pensó la de ojos color rubí "Yo no quiero ser olvidada."

-Yo...- Se puso de pie mirando sus pies. –No quiero... ser olvidada, por ninguna circunstancia. Dijiste que ni importaba el destino, pues quiero que rompas su castigo, no quiero ser olvidada por nadie.- Dijo firmemente con seriedad, mirando a la cara a la que se encontraba sentada frente a ella. –Por favor cumpla mi deseo, Alexandra-senpai.- Realizo una reverencia de 90°.

Las piernas le temblaban y pensó "No hay remedio...soy una persona egoísta sin dudarlo". Un chasquido resonó en el lugar y a su vez unas campanas que la menor no había percibido en el techo realizaron un melodioso sonido.

-Muy bien Akira-chan, el deseo es su petición y será mi obligación. Se cumplirá cuando lo crea apropiado y no se preocupe...- Advirtió mirando la cara preocupada de la chica. –Cuando se tratan de deseos, yo nunca me equivoco.- Le guiño un ojo y sacando un pañuelo del bolsillo de su falda se puso de pie frente a Akira se lo entrego.

-Gracias...- Susurro tomándolo entre sus manos, mientras lagrimas silenciosas se deslizaban por sus mejillas.

-"Un deseo egoísta" eso es lo que estás pensando ¿Cierto?- Pregunto con una sonrisa nostálgica, Akira se limitó a limpiar sus ojos con el pañuelo de seda. –No es egoísta si hay un motivo por ello y yo sé que Akira-chan lo tiene.- Apoyo una mano sobre su hombro con una gran sonrisa. –Después de todo ella lo sabe.- Susurro tan bajo que Akira no la escucho.

Luego de eso y de que las lágrimas se detuvieran, Akira uso nuevamente la piedra alice para trasladarse al bosque y dejar sola a Alexandra.

-Muchas gracias Alex-san.- Una rubia salió de su escondite y efectuó una pequeña reverencia frente a la mayor.

-No tienes por qué agradecerme.- negó con las manos, avergonzada. –Pero ¿A qué viene todo esto?- Pregunto curiosa. La rubia suspiro con pesar.

-Onee-chan se ha encaprichado con ayudar a esa chica, así que...no sé, pensé darle una mano.- Se encogió de hombros, sonriendo con las mejillas levemente sonrojadas.

-Siempre tan modesta, Tsuki-chaan~.- Se abalanzó sobre la chica, abrasándola con ternura. –Solo espero que todo vaya bien, no sé a qué viene todo eso de ser olvidada, pero cuando llegue la hora lo sabré ¿cierto?- Miro a la menor con alegría, la de ojos azules asintió. -¿Te gustaría una taza de té?- Pregunto, cambiando de tema.

El pasado de mis padres [Gakuen Alice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora