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Gracias al cielo ya es fin de semana; pero, Alice me invitó por así decirlo a una de las fiestas a las que asiste. La fiesta es de disfraces, en la casa de uno de sus amigos y como yo no tengo ningún tipo de disfraz no me quedo otra opción que aceptar el que ella me consiguió.

– Vamos Aria, sal que quiero ver cómo te queda – ¡Dios mío! Esta chica es tan estresante, casi tumba la puerta del baño así que tuve que salir – ¡Wao! En serio se te ve súper. No entiendo por qué siempre escondes ese cuerpo, eres muy hermosa.

Camino hacia el espejo y me observó y la verdad me queda bien, un poco descubierto para mi gusto; pero, lo hago para complacer a mi mejor amiga.

– La verdad si se ve bien – lo acepto y volteo hacia ambos lados a ver qué tal me queda por atrás – Pero, está demasiado corto. No ves – le muestro la parte mi trasero.

– Para nada, está perfecto – me toma de los hombros y coloca su cabeza en el hombro derecho y hace presión – ahora vamos a maquillarte y a peinarte – acaricia mi cabello.

Al terminar de arreglarme veo los resultados en el espejo de la cómoda y tengo que admitir que me encanta. Tengo los labios rosa pálido, delineador en los ojos, un poco de rubor y el cabello lo tengo rizado con una cinta en la frente que acompaña el traje de Pocahontas.

– Oh vamos Alice no sé cómo puedes estar desnuda – señalo su disfraz, lleva un traje de gatita sexy.

– Ya verás que al final de la noche encontrarás a un chico y me lo agradecerás – me guiña un ojo y yo ruedo los ojos. Me siento en la cama para colocarme las botas que acompañan el traje – Aria ¿Por qué no te gusta hablar de chicos?, Sabes... Ya ha pasado tiempo desde... Aquel incidente – se sienta alado mío.

– Por favor, de verdad no quiero hablar de eso – me levanto y tomo un bolso de mano hecho mi celular, un labial, dinero y me coloco los lentes – ¿Ya podemos irnos?

– Está bien, hablaremos de esto otro día – me abraza y le respondo – Will vendrá por nosotras.

Al llegar a la fiesta me bajo del auto de Will y me encuentro con una enorme casa. Desde aquí afuera se puede escuchar la música y ya hay algunas personas borrachas y algunos están fumando o se besuquean.

Al entrar Alice saluda a algunos chicos y me presenta; sinceramente no me acuerdo de ninguno de sus nombres.

– ¡Oye! – Me toma de la mano – Iré por algo de beber ¿Quieres?

– No tranquila – le sonrió y miro a mi alrededor – Ya iré después.

Ella se va con Will y yo comienzo a caminar mirando la casa hasta que llegó creo que a la cocina, ¡Por Dios! ¡Es grandísima!

– ¿Qué haces aquí sola? – me asusto y volteo a ver quién más se encuentra en la cocina.

– ¡Dios! ¡Puedes dejar de asustarme! Un día me va a dar un paro cardíaco – coloco mi mano en mi pecho – ¿Qué haces aquí? – pregunto viendo a la persona que tengo en frente.

– Esta es mi casa – señala a su alrededor – Bueno, es la casa de mis padres – se encoge de hombros.

Cielos con ese disfraz se ve supersexy. Él está vestido de gladiador, puedo admirar muy bien sus piernas y brazos muy bien trabajados

– ¡Señorita Ripoll! Ese disfraz, juro, que te queda más que bien – me mira de arriba abajo y en su rostro se dibuja media sonrisa.

– Creo que necesito un poco de aire – señalo hacia afuera y hago lo que siempre hago cuando él está cerca, salgo corriendo lo más rápido posible.

Al llegar afuera hay poca gente y están en lo suyo. Siento que alguien me agarra de la mano.

– Por favor, no hagas esto – sonrío y volteo para encarar a Nathan; pero, al ver quien es en realidad me suelto de su agarre – ¿Qué haces aquí? – mi corazón empieza a latir a mil.

– ¿Esperabas que fuera alguien más? – se acerca y acaricia mi rostro e intento esquivar su mano. Me provoca repugnancia – Te he extrañado bebe, no imaginas cuánto – su pulgar toca mi labio y alejo mi rostro de su mano.

Me toma de la mano y me hala para caminar con él – Ahora, vendrás conmigo – me hala y yo le hago fuerza para que me suelte – No trates de soltarte porque no lo lograrás – hala con más fuerza.

– ¡No! Por favor... John – las lágrimas empiezan a escapar de mis ojos y sigo resistiéndome – ¡Suéltame! ¡No quiero ir contigo! ¡Suéltame! ¡Por favor!

De pronto me suelta y siento su puño golpear contra mi mejilla, caigo en el suelo y mi mano cubre mi rostro e involuntariamente me pongo en posición fetal. Las lágrimas no dejan de escapar de mis ojos. Lo veo caer de rodillas a mi lado tapándose el ojo.

– ¡Escúchame imbécil! – Nathan está frente a él señalándolo – ¡Jamás le vuelvas a pegar a una mujer! ¡Jamás vuelvas a tocar a Aria! O juro que te mataré – grita y veo a todos lados. Ahora estamos los tres solos, los que estaban afuera se han ido. Nathan lo toma por el cuello de la camisa y lo alza – Ahora quiero que te largues de mi casa y si descubro que andas detrás de ella te buscaré y te mataré – John corre hasta su auto y desaparece. 

Mi ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora