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Hoy es mi vuelo a España y no he podido salir de la casa, amaneció lloviendo y el idiota de mi hermano se llevó el auto ayer en la tarde y no regresó en la noche.

Le envió un mensaje a Fernando diciéndole que no he podido salir de la casa por la lluvia y no cuento con transporte, no pasa ni un segundo cuando siento mi teléfono vibrar en la mano, lo veo y dice profesor N, le contestó.

"Llamada"

- Hola – contestó.

- ¿Dónde estás? – pregunta.

- En mi casa - respondo cortante.

- Iré a buscarte – responde.

- No.

- Ya voy en el auto – se escucha la bocina de su auto.

- ¡Qué...! No, regrésate, yo ya veo como pido un taxi.

- ¿Cómo se te ocurre? Perderemos el vuelo si no llegas –dice algo exasperado.

- No me quedará de otra, tendré que quedarme – me resigno.

- ¡Deja de comportarte como una!... Aria no puedo hablar estoy conduciendo. Voy en camino.

"Llamada finalizada"

– ¿Quién era amor? – pregunta mi padre, poniéndose un abrigo para salir.

– Ya no hace falta que me acompañes a buscar un taxi papá – le muestro mi celular – Mi profesor vendrá a recogerme.

– Bueno, es mucho mejor – escuchamos la bocina de un auto y mi madre se asoma por la ventana.

– Cariño creo que ya llego – se acomoda su bufanda.

– ¡Tan rápido! – me despido de ellos y los abrazo.

– Hubiéramos querido acompañarte – dice mi madre nostálgica.

– No se preocupen – sonrió para tranquilizarlos – Todo va a salir bien ya verán.

– Toma – mi papá me entrega un paraguas para no mojarme y antes de salir le doy un último abrazo a mamá. Abro el paraguas y camino hacia la parte trasera del auto con una de mis maletas y papá me sigue con la otra, él abre el maletero y coloca mis maletas, me despido de mi papá con un abrazo y cuando voy a abrir la puerta de pasajero para subir está cerrada, pruebo con la del copiloto y está abierta, que gracioso, pienso. Subo y me colocó el cinturón de seguridad.

– Buenos días – lo saludo sin mirarlo.

– Buenos días – siento el peso de su mirada sobre mí.

Miro mi celular y veo la hora, son las 4:50 a.m. el vuelo sale a las 6:00 a.m. teníamos que estar todos en el aeropuerto a las 5:00 a.m. porque tenemos que ir a verificar los pasajes y pasaportes. Me colocó los audífonos y escucho música.

Siento que me tocan el hombro y abro los ojos, me quede dormida, lo miró y él me sonríe.

– Llegamos – dice Nathan quitándose el cinturón.

– Bien – abro la puerta y bajo. Ambos caminamos hacia el maletero, él toca el botón y se abre, baja mis maletas y las tomo.

– Los chicos están en la sala de espera yo voy a ir a estacionar el auto – Vuelve a subirse y se va.

Llego a donde están los chicos, los saludo a ambos y me siento junto a Armando, él se recuesta a mi lado y me mira.

– ¿Lista para ganar? – coloca su brazo sobre mis hombros.

– Digamos que si – uno mi cabeza a la él – Pero, por ahora solo quiero dormir, tengo muchísimo sueño – me acurruco a su lado y en ese momento llega Nathan y se nos queda mirando seriamente y se sienta al frente de nosotros y empieza a revisar unos papeles.

Levanto mi cabeza – bien, creo que iré a comer algo – me levanto – ¿Alguno quiere algo?

– Voy contigo – se levanta Armando – Muero de hambre también.

– Yo comí antes de venir – habla Fernando.

– ¿Profesor? – lo miró.

– Nada, gracias – es lo único que dice, sin mirarme.

Caminamos hasta una pequeña cafetería, compro un té y dos emparedados y antes de pagar pido una botella de agua; Armando pide lo mismo que yo. Luego nos sentamos en una mesa de dos – Creo que le gustas al profe – Armando me mira con diversión.

– ¿Por qué dices eso? – Casi me ahogo con el té – ¡Estás loco! No digas ocurrencias.

– No has visto cómo se ha puesto cuando te recostaste en mi hombro – le da un sorbo al té – Y ti también te gusta – me señala.

– ¡Qué! No digas babosadas.

– Vamos no lo niegues, he visto como lo miras en clase – hace señas con sus dedos como si estuviera vigilándome – Vamos Aria puedes confiar en mí.

Lo único que hago es reírme y sigo comiendo.

– Bien tomaré eso como una afirmación – sonríe.

Me levanto – Vamos deben de estar esperándonos – le digo para que no haga más preguntas, ni hable del tema.

Cuando estamos llegando él me coloca su brazo sobre mi hombro – Voy a hacer que él explote de celos, ya verás – ambos nos echamos a reír y luego me da un beso en la sien.

– Me sentaré junto a Fernando – me dice al oído – Así puedes estar a su lado.

– ¡Estás loco! – me da un abrazo.

– Está molesto de nuevo – me dice mientras me abraza – No quiero tener problemas – Yo me echó a reír.

Nos llaman para abordar el avión y el primero en subir es Fernando. Luego Armando se me acerca y me coloca la mano en la cintura.

– Me sentaré junto a Fer – me besa la sien otra vez y entra al avión.

Cuando entro paso junto a los asientos de Fernando y Armando volteo a ver al loco de Armando y me guiña un ojo.

Me siento cinco asientos después de ellos y me acomodo para poder descansar la espalda y cierro los ojos. Siento que alguien se sienta a mi lado y abro los ojos, lo miro y luego los vuelvo a cerrar.

– ¿Podemos hablar? – me agarra la mano.

– No tenemos nada de que hablar – quito mi mano de la suya. No entiendo por qué el hecho de que no me haya creído me afecta tanto y no es solo eso, sino que tiene novia también y mucho más que se va a casar.

Me colocó los audífonos y cierro los ojos. 

Mi ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora