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Las prácticas han sido muy agotadoras, han pasado tres días en los que cada vez que terminamos, el cansancio era grandísimo que solo termino y voy a dormir.  No tengo ni tiempo para hablar con Nathan de lo sucedido solo nos vemos en las prácticas.

Estoy en mi habitación y tengo hambre así que decido pedir una malteada y unas papas fritas, unos minutos después tocan a la puerta y voy a abrir.

– No deberías de comer esto – Nathan sostiene lo que he pedido hace unos minutos – Estas en entrenamiento.

Le quito la comida de la mano – Tenía mucha hambre - voy a cerrar la puerta, él me detiene y entra, cierro la puerta y cuando me volteo él me besa.

– Te he echado mucho de menos – toma de mi mano la malteada y bebe un poco.

– ¡Oye! Eso mío.

– ¿Qué harás hoy? – Niego con la cabeza – Podemos pasar el día juntos, ¿Qué dices?

– La verdad no tengo ganas de salir – me siento en la cama comiéndome una papa.

– No he dicho nada de salir – se sienta del otro lado y se recuesta de la cabecera.

Me recuesto a la cabecera igual que él, enciendo la tele y busco que ver hasta que llego a un canal en el cual están pasando una película de comedia y la dejo mientras como.

Ambos nos reímos de cada parte divertida de la película y luego dejo de hacerlo cuando no lo escucho y lo miro. Él me está mirando fijamente, se acerca a mí y me besa suavemente. Poco a poco me voy sintiendo acalorada y él me besa con más fuerte, me toma de la cintura y me monta en su regazo, luego me acuesta y sigue besándome mientras acaricia suavemente cada parte de mi cuerpo.

– Espera – dejo de besarlo – No quiero que duela como la primera vez.

– ¿De qué hablas? – Me mira confundido, yo solo me quedo mirándolo con un poco temor – no me digas que... – se separa de mí y se sienta, yo me acomodo – ¿Aria eras virgen? – Bajo la mirada – ¡Mierda Aria! ¿Por qué no me lo hiciste saber? – coloca sus manos en su cabeza y aprieta el agarre.

- Lo siento yo... – no sé ni que decirle – Debí habértelo dicho, lo sé – coloco mi mano en mi nuca y lo acaricio.

– ¿Qué he hecho? – leo su mente mientras él solo me voltea a ver asustado.

– No – tomo sus manos – Nathan... – se levanta y camina hacia la puerta – Nathan, quédate – me levantó rápidamente y camino hacia él. Lo hago voltear y coloco mi mano derecha en su mejilla – Por favor, quédate – me alzo y lo beso – Por favor – suplico y lo beso de nuevo.

– ¡Te lastimé! – agacha la cabeza.

– Nathan – levantó su cabeza y lo miró – No me has hecho daño – busco su mirada.

Cuando nuestras miradas hacen contacto toma mi cara entre sus manos y me besa – Si lo hubiera sabido, todo hubiera sido tan distinto, me comporté como un salvaje.

– Quiero que lo hagas, házmelo – lo llevo hasta la cama – Hazme el amor – suplico.

– ¿Estás segura? – pregunta cómo si no estuviera segura de lo que le estoy pidiendo. Lo miro y lo beso.

– Estoy muy segura.

Me acuesta y sigue besándome. 

Mi ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora