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Ya han pasado tres semanas, en las cuales he llegado a casa muy agotada, Nathan nos ha puesto a practicar todos los días luego de terminar las clases porque la competencia que es después de esta semana, en la cual vamos Carmen una chica del salón de al lado y yo; Fernando y Armando un chico de otro salón.

Al llegar a casa alisto las maletas, esta semana que viene será de descanso y no quiero estar arreglando nada a última hora.

Siento que mi móvil suena y veo que hay un mensaje de un número desconocido.

"¿Lista para la competencia?"

-número desconocido-

"¿Disculpe?"

-Aria-

"Oh disculpa, soy Nathan tu profesor"

-Número desconocido-

Cómo consiguió mi número y por qué me escribe, no puedo creer que me esté escribiendo, lo agrego a mis contactos.

"¿Cómo has conseguido mi número?"

-Aria-

"Lo has puesto en la hoja de solicitud y lo he cogido, disculpa si te ha molestado, no ha sido mi intención hacerlo"

-profesor N-

"No tranquilo no hay problema, bueno hablamos luego."
-Aria-

"Tenemos que hablar..."

-profesor N-

"Disculpe profesor ni usted ni yo tenemos nada de que hablar, y si tiene algo que decirme de la competencia dígamelo, eso es lo unido de lo que tenemos que hablar"

-Aria-

"Lo que dijo Carol aquel día... No es cierto"

-profesor N-

No le respondo, no quiero que me dé explicaciones, no tiene por qué dármelas es su vida, no tengo nada que ver en ella; me acuesto y rápidamente me quedo dormida.

Al día siguiente me levanto temprano me doy un baño y me coloco una blusa de rayas negras y blancas, un short y unas sandalias negras.

Voy a ir al centro comercial a comprar ropa porque ya la ropa del armario me queda pequeña.

Ya he comprado lencería, pantalones, blusas y sandalias. Llevo cinco bolsas en las manos y ya no me caben más, voy caminando viendo los almacenes y veo que al frente viene Carol y viene abrazada de la cintura de Nathan ambos se ríen de algo y se dan un abrazo, él queda de espalda a mí, pero ella me reconoce y rápidamente se separa de él. Yo me giro. Por qué demonios tengo que encontrármelo en todas partes y para acabar ahora con su novia.

Camino rápidamente y una bolsa se me cae de las manos. Cuando voy a agacharme alguien ya la tiene.

– ¿Puedo ayudarte? – dice él, yo paso las cuatro bolsas a una sola mano y con la otra agarro la que sostiene él.

– No gracias yo puedo – le respondo fríamente y queriendo escapar.

Se acerca – Vamos déjame ayudarte – me quita las cuatro bolsas.

– No era necesario – sigo caminando – Pero, gracias.

– No tienes que agradecer – él trata de caminar a mi lado, sin embargo, yo me apresuro y me adelanto – Te acompaño hasta el auto.

Me detengo. ¡Carajo no tengo auto! ¿Qué voy a hacer? Vine en auto bus, debí haber pensado eso antes de haber comprado tanta ropa – No he traído auto – le digo al salir del centro comercial, él se detiene esta vez – Bien ya puedes darme mis cosas – intento tomar las bolsas y no me deja hacerlo.

– Yo te llevo – camina hacia el otro lado.

– ¡Que! Claro que no – le grito persiguiéndolo – Oye...

Se detiene frente a un Jeep Grand Cherokee quita el seguro, toca un botón en el maletero y este se abre – No dejaré que vayas en autobús con esto - coloca las bolsas en el maletero y lo cierra.

– Yo vine sola y puedo irme así – me cruzo de brazos – Así que dame mis cosas – señalo el maletero cerrado.

– Por favor Aria móntate al auto – señala con su cabeza – Además tengo que pedirte un favor.

– Dije que no tengo nada que hablar contigo, lo único que podemos... – no me deja terminar de hablar me silencia con sus labios, al principio le sigo el beso, pero luego lo separo y le estampo una gaznatada en la cara – ¡No vuelvas a hacer eso lo señalo! – me subo al auto de mala gana, él no me va a devolver mis paquetes.

Nos encontramos de camino cuando él recibe una llamada.

– Dime – contesta – Más o menos – mira por el retrovisor - llevaré a Aria a su casa – lo miro – mmm... Si – me mira, ¡Está hablando de mí con su novia! Si ella supiera lo que estuvimos a punto de hacer aquella noche y de que me ha besado ella me mataría – Bueno está bien, daré la vuelta espérame en la entrada.

– ¿Iremos a buscar a tu novia? – pregunto mientras da la vuelta para regresar.

– Carol no es mi novia – se ríe.

– Bueno de todas formas eso no me interesa – volteo a ver por la ventana. Cuando llegamos al centro comercial ella está de pie esperando – Mejor me coloco en el asiento de atrás – abro la puerta y ella se acerca.

– Pero ¿Qué haces querida? – sostiene la puerta y evita que la abra totalmente.

– Me pasaré para atrás para que puedas sentarte adelante - señalo adentro.

– No, no, no – me cierra la puerta y se sube al asiento de atrás – ¿Cómo se te ocurre? Yo me encuentro bien acá atrás – me vuelvo a abrochar el cinturón, sintiéndome muy rara estando con los dos – Nathan me mira y se vuelve a reír negando con su cabeza.

Pasan unos minutos en lo que ellos hablan de cosas que no entiendo – Aria, Nathan te ha dicho de la boda – siento que algo muy dentro de mí se rompe, lo miró y él tiene la mirada puesta en la carretera – Estás invitada, espero que puedas ir.

– No creo que sea correcto – volteo a ver por la ventana otra vez.

– ¡Claro que sí! Quiero que vayas – no le respondo, me quedo callada todo el trayecto mientras ellos hablan. Solo hablo para indicarle el camino.

Llegamos a casa y me bajo tan rápido como puedo, camino hacia el maletero y luego de unos segundos me alcanza Nathan, abre el maletero y agarro las bolsas.

– Si quieres puedo ayudarte... – no lo dejo terminar.

– Gracias – camino hasta la puerta sin mirar atrás y entro, subo a mi habitación y coloco las bolsas en la cama. 

Mi ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora