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Me encuentro esperando mis maletas. Ya todos tienen sus maletas y yo soy la única que no y ya los chicos me están molestando por eso.

Unos minutos más tarde las veo acercarse a mí, me subo y corro hasta donde se encuentra las tomo, me giro, les saco la lengua y ellos fruncen el ceño.

– ¡Estás loca! – exclama Fernando.

– Llevaba mucho esperándola – me encojo de hombros.

– Bien, chicos vamos a tomar un taxi hasta el hotel – dice Nathan revisando su celular.

Ya en el hotel nos encontramos sentados mientras Nathan está pidiendo las llaves de nuestras habitaciones, cuando regresa nos entrega una tarjeta a cada uno.

– Bueno, hoy les daré el día libre y mañana empezamos prácticas de acuerdo – nos señala, está muy serio, parece molesto.

Todos nos levantamos y vamos hacia nuestras habitaciones, cuando estoy parada frente a mi puerta miro hacia atrás y veo a Nathan abriendo su puerta.

– ¡Es en serio! – Él voltea y me mira confundido – ¿Por qué has cogido la puerta frente a la mía?

– No lo sabía, simplemente repartí las llaves – abre su puerta – Si quieres cambio de habitación con tu novio – entra y estrella la puerta, pero este que se cree, es un grosero, pienso.

Desempaco mis maletas y luego me cambio, me pongo un short, una camisa azul y blanco algo transparentes, y mis converse azul, amarró mi cabello en una coleta. Tomo mi bolso negro y guardo mi celular y algo de dinero.

Cuando abro la puerta veo a Nathan salir de su cuarto, me mira y le ruedo los ojos. Y para acabar tomamos el mismo ascensor, cuando salgo del ascensor camino hasta el lobby y veo a Nathan salir del ascensor, él lleva una camisa blanca, un pantalón negro y unas Nike negras.

Se detiene un poco más adelante de mí mirando a ambos lados.

– ¿Y ahora qué? – Le gritó y él voltea – ¡Me vas a seguir!

– ¿Tengo que seguirte? ¿Qué es lo que sucede contigo Aria? – me mira como si estuviera loca.

– ¿Qué me sucede?, tú eres mi problema – le grito, sin pensar en lo que digo y él se acerca un poco.

– Por favor, estamos en público – susurra. Miro alrededor, hay unas cuantas personas mirándonos y también Armando – Vamos a otro lugar – me toma de la mano y me conduce a una sala que está vacía. Una vez entramos él cierra la puerta y camina hasta quedar frente a mí.

– Ya te dije que yo no tengo que hablar contigo de nada... – no me deja terminar porque sus labios me callan y le sigo el beso – ¿Qué te pasa? – Lo empujó – No puedes simplemente besarme.

– Aria – me toma el rostro delicadamente entre sus manos y une nuestras frentes – Me gustas... – me da un pequeño beso – ¡Diablos!... Me gustas mucho y no quiero que me gustes. Entre nosotros no puede pasar nada – lo miro a los ojos y pongo mis manos sobre las suyas.

– ¿Por qué no? – me besa de nuevo.

– Sé que también siente lo mismo y esto me está superando y no puede llegar a más – me suela y se separa – No es correcto. 

Mi ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora