El día después de la fiesta de Suzanne West.
Hace tres años.
Alan caminaba junto a Suzanne West por los pasillos de la secundaria, había estado huyendo de ella y de los recuerdos de aquel empalagoso beso que se habían dado. Pero la rubia era difícil, él no lograba esconderse sin que ella lo encontrara, así que había decidido rendirse. La rubia lo llevó de la mano hasta uno de los bancos cerca de los casilleros, entrelazó sus dedos junto a los de él y se le quedó mirando mientras le sonreía.
— ¿Te dije que eras mi deseo de cumpleaños?
—Como tres veces ayer. —Dijo incómodo.
—No puedo creer que te haya besado. —Le sonrió.
—Yo tampoco.
— ¡Tengo tantas cosas que decirle a Bruno!
—Pienso de la misma forma. —Dijo, esta vez él tomó su mano. La rubia besó su mejilla y un leve sonrojo apareció en las mejillas del chico.
—Me gustas Alan. —Confesó, él quería decirle lo mismo, sólo que no lo sentía. Y en ese momento, deseaba sentirlo.
—Suzanne yo...
—Oh vaya, pero mira a quién tenemos aquí. —Dijo Sierra interrumpiéndolo, Alan la miró, tenía su típica sonrisa que a él tanto le gustaba. En ese momento él podría jurar que veía a un lindo ángel, ella era para él, la combinación perfecta de belleza y maldad. — ¿Interrumpo algo chicos?
—Ahh yo ah. —Balbuceó el rubio, la presencia de la castaña simplemente lo ponía nervioso.
—Sí, interrumpes Sierra, es mejor que te vayas. —Sierra observó las manos de ambos chicos entrelazadas.
—Oh. —Fingió estar triste. —No sabía que estabas en pleno acto de ser rechazada Suzy—Le sonrió. La rubia la miró molesta y se levantó del banco.
— ¿Crees que es gracioso? Déjanos tranquilos Sierra, nadie te ha molestado como para que tú lo hagas.
—Oh, mira que me ha dolido. —Exclamó sarcástica, su mirada se posó en el rubio. — ¿Me dirás algo también, cariño? ¿O prefieres escribirme otra carta? —Suzanne la miró confundida— ¿Qué? ¿No sabias? —Le dijo la castaña. —Veo que te lo tenías guardado ¿No es así, Alan? —El rubio no respondió.
—No entiendo, ¿Qué sucede?
—Lo que sucede es que te gusta un perdedor. —Le dijo Sierra. —Un grandísimo perdedor. Y él lo sabe, por eso es que no dice nada. —Rio. —Ay pobre Suzanne, te fijaste en un poca cosa, él nunca podrá quererte porque sus ojos sólo se fijan en mí.
Suzanne lo miró, este sólo negó, no había mencionado ninguna palabra desde que Sierra llegó, y es que él sabía que ella tenía razón, él sin duda era un perdedor.
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Demuéstrame tu amor
Short StorySierra era una chica lista, pero incluso la persona más lista se perdería en sus ojos, y ella ya lo había hecho. Pertenece al universo literario de Sunny Ice. Obra registrada en Safe Creative bajo el código 1702130724984. Se le prohíbe la copia.