Sierra llegó junto a Alan a la fiesta de Jill, el rubio hizo una mueca de disgusto al ver tanta gente ebria en un solo lugar. No era la clase de chico que solía ir a fiestas y se sentía orgulloso de eso, en cambio Sierra ya estaba acostumbrada a esa clase de ambiente y no le importó lo que estaba sucediendo a su alrededor.
Tomó al rubio de la mano y le hizo entender con su mirada que no lo iba a dejar solo, que se tranquilizara un poco y actuara como si nada de lo que estaba a su alrededor estaba ocurriendo. Él respiró profundo y le dedicó una sonrisa tímida para luego besar cortamente sus labios. —Ya sabes el plan. —Él asintió y ambos caminaron hasta la mesa de bebidas para servirse algo de tomar.
— ¿Qué hacen ustedes dos aquí? —Les preguntó Evan quien se encontraba con la misma intención que ellos. —No sé si lo notaste Sierra, pero es de Jill la fiesta. —Miró a ambos lados. —Recuerda que ella no aprueba a Alan. —Susurró.
—Ella misma lo invitó. —Le respondió la castaña.
—Te está jugando sucio. —Le dijo.
—Lo sabemos. —Respondió Alan. —Por eso estamos aquí. —Evan frunció el ceño y abrió la boca para responder pero se vio interrumpido por Jill.
— ¡Alan! ¡Sierra! No saben cuánto me alegro de que ambos estén aquí. —Les dijo. —Justo íbamos a empezar a ver videos de cuando las chicas y yo estábamos en la secundaria. Tu apareces Sierra, deberías venir a verlos, igual tú Evan. Alan puede quedarse aquí, en la cocina hay comida si necesitas algo. Volvemos en un rato. —Le sonrió y luego se llevó a ambos chicos lejos. Alan se encogió de hombros y suspiró para luego sentarse en una de las sillas y revisar su teléfono. ¿Qué rayos iba a hacer mientras Sierra regresaba?
Estuvo un rato hablando con Bruno cuando su estómago le pidió algo de comer, recordó que Jill le había dejado tomar algo de comer y fue a la cocina alejándose un poco de la música. Abrió el refrigerador y buscó lo necesario para prepararse un emparedado. Cuando estaba a punto de comérselo, Jill entró a la habitación. —Esperaba verte aquí, Alan. —Le sonrió, el corazón del rubio se paralizó por unos segundos debido al susto que se había llevado.
— ¿Y Sierra?
—Está jugando, no hay que molestarla. —Caminó hacia él. —Nosotros también podemos jugar un poco, ¿No lo crees? —Le sonrió.
—Sierra te mataré por dejarme solo. —Pensó el rubio para luego intentar alejarse de ella retrocediendo pero chocó con el mesón que tenía atrás y se insultó mentalmente por haberse olvidado de ese pequeño detalle. —Necesito espacio.
—No, no es así. —Le dijo y rodeó su cuello—Dime, ¿Qué tiene Sierra que no tenga yo?
—Todo. —Le respondió y Jill frunció el ceño.
—Yo soy mejor que ella, todos me aman a mí.
—Pues yo la amo a ella. —Le respondió. —Puedes intentar de todo para que la odie, pero incluso así terminaré de la misma forma en la que estoy ahora. —Le respondió y quitó sus manos de su cuello. —Estoy enamorado de ella y no puedo mirar a otra chica de la forma en que la miro, créeme, lo intenté una vez y no sirvió. Sólo pienso en ella, en su sonrisa, en su mirada, en sus gestos, en su voz, en todo lo que esté relacionado con Sierra porque simplemente la amo.
Jill se alejó de él y lo miró con tristeza y enojo. — ¿Qué hizo ella para llamar tu atención hace tres años? Dime Alan. ¡Ella no es la más linda, ni la más popular, no es la más inteligente siquiera, incluso podría decir que no es la mejor persona! ¿Por qué te fijaste en ella y no en mí?
—Escucha Jill, no soy el indicado para ti. —Le respondió. —No soy el chico que necesitas, sé que sólo quieres demostrarle a Sierra que tú eres la que manda, está bien con eso, pero no te creas la mentira que yo te gusto porque ambos sabemos que sólo intentas "tenerme" para que Sierra no lo haga. —Le dijo y simuló comillas con sus manos. —Hay una buena chica dentro de ti, sólo debes dejar que salga y no cegarte. —Miró su reloj. —Ahora debo irme, iré a buscar a Sierra. —Dicho eso, le dio un pequeño abrazo para luego salir de la cocina y subir las escaleras y revisar cada una de las habitaciones hasta que dio con Sierra.
— ¿Te hizo algo ella? —Le preguntó, él negó sonriendo y se acercó a ella para darle un abrazo reconfortante.
—No sabes lo mucho que me gusta estar así contigo. —Acarició su mejilla y la besó lentamente. —Estoy enamorado de ti, Sierra.
Ella sonrió ante sus palabras—Y yo de ti, Alan.
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Demuéstrame tu amor
Short StorySierra era una chica lista, pero incluso la persona más lista se perdería en sus ojos, y ella ya lo había hecho. Pertenece al universo literario de Sunny Ice. Obra registrada en Safe Creative bajo el código 1702130724984. Se le prohíbe la copia.