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— ¿Puedo preguntar quién es el chico por el cuál quieres cambiar? —Le dijo Alan a Sierra mientras se encontraban en la biblioteca planeando una nueva estrategia.

— ¿Por qué? ¿Estás celoso? —Ella le sonrió, el rubio sólo rodó los ojos.

—Quiero saber quién es la víctima. —La castaña lo miró indignada. Un punto para Alan, cero para Sierra.

—No te diré quién es.

— ¿Por qué? ¿Es tan feo que te avergüenza? O peor, ¿No es de tu misma clase social? —Le dijo sarcástico.

—Es mucho mejor que tú si eso es lo que te interesa. —Se defendió.

—No era algo que me interesaba pero gracias. —El rubio vio como a lo lejos se encontraba Nina hablando con un chico. —Ya vengo. —Le dijo levantándose pero la castaña fue más rápida y lo tomó por el brazo deteniéndolo.

—No, tú te quedas. —Le dijo. —Debes terminar tu plan, porque no quieres que despidan a tu mamá ¿O sí?

—Eres tan mala.

—Gracias cariño, vivo de tu odio. —Le sonrió.

— ¿Y así quieres gustarle a ese chico? Siento que perderé mi tiempo en esto. —Sierra intentó ignorarlo, pero sabía que era cierto y eso, aunque no lo admitiera, le dolía.

—Tenemos un trato ricitos de oro. —Le mencionó. —No puedes salir de esto.

—Bien, sigamos con la segunda parte del plan.

— ¿Cuántas partes tiene? —Preguntó la castaña.

—Infinitas, al menos hasta que logre hacer que cambies. —Respondió. —Y como eso me costará porque eres demasiado mala, serán infinitas.

Sierra lo miró. — ¿Cuándo empezaste a odiarme?

Demuéstrame tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora