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Alan rió nervioso por el comentario que había dicho el castaño, ¿Él enamorado de Sierra Harris? Ni hablar, él no podía, se había prometido olvidarla, no podía volver a caer en su juego. —Ella no me gusta.

—En eso tienes razón. —Le respondió. —No te gusta, tú ya la amas.

— ¿Estás bromeando? —Le dijo riendo. Evan negó por lo que el rubio se puso serio. ¿Es que acaso todos pensaban que él había vuelto a enamorarse de ella? Bruno se lo dijo, Miles también, y ahora Evan venía y se rendía en su intento de enamorarla porque según él, notó los sentimientos del rubio por Sierra; ¡Eso era completamente insólito!

Ya él la había superado, sí, de eso se sentía seguro pero, ¿Por qué se ponía tan nervioso cuando ella estaba cerca? ¿Por qué sentía rabia cuando ella nombraba a Zac Hoffman? ¿Celos? Seguramente, pero ¿Por qué? ¿Por qué tenía que sentirse de esa manera cuando él no quería? La razón a eso es algo fácil, imagino que tú ya la sabes pero por el momento es preferible que Alan se relaje y piense; sí, eso es lo que debió haber hecho desde la primera vez que se sintió así. Para que al fin se dé cuenta de que él está enamorado de ella.

—Alan, como futuro estudiante de psicología te digo que lo que estás haciendo, o sea tus expresiones y todo eso, me hacen notar que estás mintiendo y que yo tengo la razón. —Le comentó con una sonrisa. —Pero está bien, sé que todo el mundo necesita un tiempo para darse cuenta de eso y dejaré que lo hagas tu solo. Si quieres odiarla como mecanismo de defensa, está bien; no soy nadie para prohibírtelo. —Le dijo levantándose. —Ahora me iré, a ver si así piensas un poco sobre esto. —Terminó de hablar para luego marcharse del local. Alan suspiró un tanto frustrado y se recostó en la mesa en posición de descanso.

—Tu helado se va a derretir. —Le dijo la voz de un chico provocando que él volteara a verlo de golpe. El chico se rió por eso. — ¿Te asusté?

—No. —Le dijo un tanto extraño, no conocía a ese chico. — ¿Quién eres?

—Tu consciencia. —Le dijo serio pero a los segundo empezó a reírse. — ¡Debías haber visto tu cara! Obvio no soy tu consciencia, pero vamos a escuchar tu problema. —Dijo sentándose en el puesto que Evan había ocupado con anterioridad.

—No tengo un problema. —Le dijo Alan cruzándose de brazos.

—Tienes la misma cara que yo cuando mi madre intenta emparejarme con la rara de las etiquetas. —Le contestó, Alan frunció el ceño. —Es una larga historia, no necesitas saberla. —Le respondió tranquilo. — ¿Y bien? ¿Quién es la chica?

— ¿Cómo sabes que es una chica?

—Oh amigo, siempre es una chica.

Demuéstrame tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora