Capítulo 3.

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Estiro mis brazos y hago tronar mi cuello luego de que la alarma de mi celular sonara. Un rayo de luz se filtra por mi ventana y, sin levantarme de la cama, estiro mi brazo para cerrar la cortina. Me siento y observo el vacío por unos segundos.

A mi celular le llega una notificación y sonrío cuando veo la fecha de hoy, ¡Es mi decimosexto cumpleaños! Para mi sorpresa, estoy tan emocionada que me levanto de un salto y corro al baño para prepararme. No he estado tan alegre por mi cumpleaños desde que cumplí siete años, pero tengo la sensación de que hoy no será un día como los otros.

Cuando bajo a la cocina, mi madre y Marco hablan en voz baja hasta que se dan cuenta que estoy frente a ambos, me sonríen y se acercan a abrazarme.

  — Buenos días. — Murmuro mientras soy aplastada por ambos.

  — ¡Feliz cumpleaños, Emily! — Exclaman al unísono.

Sonrojada por tanta atención y muestras de cariño, me separo de ellos y me siento en mi lugar en la mesa. Mamá deja frente a mí una porción de pastel cocinado por ella, lo como en grandes porciones y tomo mi café con rapidez.

  — Marco, ¿Puedes llevarme hoy al instituto? — Pregunto masticando la última porción.

  — Dile. — Susurra mi madre a mis espaldas, por más que la escucho a la perfección.

  — ¿Decirme qué? — Giro mi espalda para observarla mejor.

  — El vuelo de Leo se adelantó, vendrá en un par de horas según lo que tenemos entendido.

  — ¡¿Horas?! — Vuelvo a girarme sobre la silla, esta vez para mirar a mi padrastro con una expresión de horror.

Cuando hace unos días me dijeron sobre la mudanza de mi hermanastro estaba tan sorprendida que no podía procesarlo del todo y, ahora, que está a horas de presentarse en casa mi cabeza está mucho peor.

Es alguien que no veo hace años y tener que compartir la casa con alguien prácticamente desconocido, una vez más, no es algo muy bonito.

  — P-pero dijeron que aún estaba en Los Ángeles y que se quedaría allí por unas cuantas semanas.

  — Cambio de planes. — Marco se encoje de hombros y toma con paciencia el café de su taza. — Debo estar en el aeropuerto en media hora. — Levanta su brazo para mirar su reloj.

Abro mis ojos con sorpresa mientras no dejo de mirar a Marco, traslado mi vista a mi madre la cual solo aprieta sus labios.

  — ¿Podemos hablar un momento? — Le digo apretando los dientes.

Me levanto de la mesa y camino hasta el living, sintiendo como me sigue mi madre.

  — ¿Es en serio? ¿No podían habérmelo dicho antes? — Llevo mis manos a mi cabeza. — No veo a ese chico desde que tenemos... ¿Ocho o nueve años? ¡¿Y ahora vivirá aquí?!

  — Es su hijo, Emily. No podemos echarlo de la casa, es parte de esta familia.

Muerdo mi labio inferior para no acotar nada más al respecto.

Esta no es mi familia.

  — Tienes razón. — Dejo caer mis manos con pesadez. — Iba a pedirle a Marco si podía llevarme al instituto hoy pero veo que eso será algo complicado. Debería irme ahora si no quiero llegar tarde.

  — Tanto él como tú tienen derecho de estar en este hogar, deberías darle una oportunidad.

  —  Sabes que sigo adaptándome a esto, mamá. Han pasado años y aun así no siento esta casa como mi hogar, lo sabes.

Emily (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora