Capítulo 2.

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Después del accidente, fui trasladada al hospital. Me desperté recién cuando ya estaba allí, habían transcurrido unas 12 horas. Lo primero que recuerdo, después de abrir los ojos, es a una enfermera a mi lado, acomodando la intravenosa de mi brazo. Cuando me vio despierta me sonrío y me pidió que esté lo más tranquila posible mientras buscaba a mi madre. Como aún tenía el efecto de la anestesia, se me hizo difícil comprender la situación pero cuando vi a mi madre entrar a la habitación del hospital con la cara inundada en lágrimas supe que algo malo había pasado. Me explico con pocos detalles lo que ocurrió en el accidente y dijo lo que más temía:

"Él no logró sobrevivir"

Volví a quedarme inconsciente. Desperté unas horas después, deseando que lo que había escuchado sea solo una mala jugada de mi mente, aunque sabía que eso no era así. Mi madre me tomaba las manos y se sobresaltó cuando me vio despierta de nuevo. Cómo si todo hubiera pasado en cuestión de segundos, las imágenes del accidente y cada palabra de mi madre pasaron por mi cabeza. No paré de llorar en toda la noche. No entendía por qué el mundo era tan injusto, por qué mi padre había muerto y que hacía mi madre allí.

Fue tan desgarrador comprender que mi padre se había marchado por siempre y que ahora solo viviría en mi memoria, que me dejó sin habla por un tiempo. Fueron días completos sin hablar, ni una sola palabra.

Cuando me dejaban sola lloraba por horas aferrada a la almohada del hospital, mi madre me daba mi espacio para desahogarme hasta que ya no pudo verme más en ese estado.

Solo estuve una semana en el hospital, se alargó más por mi estado de shock pero mi salud se mantenía en un buen estado.

Estaba completamente negada a ir a casa con mi madre, no la había visto en mucho tiempo y reapareció en el peor momento de mi vida. Ella trataba de motivarme mientras me contaba cosas de su nueva pareja y el hijo del mismo, pero ella no sabía que eso me hacía sentir mucho peor. Me contó que cuando me registraron para internarme en el hospital, la contactaron de inmediato y no dudó en tomar el primer vuelo hacia aquí.

  — Sé que todo será difícil ahora, mi amor. Pero saldremos de esto, podrás hacerlo. — Apretó sus labios con tanta fuerza que quedaron de un color rojizo fuerte. — Alquilé una casa en Aspen hace un tiempo, pensaba mudarme desde hace unos meses para estar a tu lado y ahora... sé que fue una buena decisión. Mañana iremos a buscar tus cosas, conocerás a Marco, mi esposo, y su hijo, Leo. Apuesto que se llevarán bien. — Decía mientras acariciaba mi cabello. — Descansa.

No quería mudarme.

No quería que mi padre estuviera muerto.

No quería vivir con mi madre.

No quería conocer a otras personas.

Fue un momento difícil, por supuesto. Tuve que aprender a lidiar con la muerte de mi persona favorita y adaptarme a mi nueva vida con mi madre y su nueva pareja, al cual conocí al salir del hospital.

Un hombre alto y delgado nos esperaba a la entrada del hospital, siendo acompañado de un niño igual de flaco que él y claro que, mucho más bajo.

  — Em, cariño. Él es Marco. — Mamá me hablaba como si tuviera tres años. — Y él Señaló al Niño que me miraba con sus ojos entrecerrados y de manera grotesca. — Es Leo, tu hermanastro.

Palmeo mi espalda y sentí como si mil espinas hubieran sido clavadas en ella. Me sentía realmente fatal, no quería vivir con personas desconocidas.

Me hicieron subir al auto, mi madre y su pareja adelante y Leo y yo atrás. Claramente estuve más que callada en todo el camino, solo me sacaron algunas palabras o mejor dicho, monosílabos por respuesta a sus preguntas.

Se detuvieron en una casa mediana, de doble piso pero que se veía de manera rústica. Mi madre hizo que nos bajáramos todos y nombro a la casa como nuestro nuevo hogar.

Mudarme no fue una tarea sencilla. Tuve que dejar atrás la casa de mi infancia, en la que crecí junto a mi padre y donde tenía hermosos recuerdos, o gran parte de ellos ya que no podía recordarlos del todo. Los médicos habían dicho que era un efecto del accidente pero aún están presentes esas lagunas mentales.

Ya en la nueva casa, recuerdo que habían comprado un teléfono con el cual hablaba con Mackenzie todos los días. Hablamos de cosas triviales que me ayudaban a olvidar un poco los malos momentos y recordar que tenía una buena amiga.

En las noches todo era más difícil. A veces despertaba sin reconocer el lugar y buscando a mi padre hasta que recordaba todo. Adaptarme a la nueva vida me costó, tuve que asumir desde muy pequeña que él ya no estaría en mi vida y que en algún momento debería superar eso aunque me costara.

Superar la muerte de un ser querido no es fácil, sigo trabajando en ello después de años pero tengo una mejor estabilidad sentimental.

En un principio, la casa me era extraña y más vivir con tres personas. Bueno, dos de hecho. El hijo de Marco fue a vivir a Los Ángeles un mes después de mi nueva estadía. Esporádicamente Marcos iba allá a visitarlo, Leo no vino nunca y ese mes fue el primer y único recuerdo que tengo de él. Era un Niño muy odioso, entrometido y malvado.

Volviendo a la actualidad, sigo con un poco de rencor hacia mi madre. Lo sé, han pasado años pero la sensación de desagrado al ver los primeros años de mi vida sin ella sigue allí.

Debería de agradarle por hacerse cargo de mí luego del accidente pero sé que es su deber.

Nuestra relación cambio mucho desde ese entonces hasta ahora. A pesar de ser una adolescente en su plena etapa, me llevo mucho mejor con ella al igual que con Marco.

  — ¡Emily, A desayunar!                      

El grito de Marco me regresa a la realidad y salgo del baño de inmediato. Me dirijo a la cocina y le doy los buenos días con una sonrisa. Mi madre me sirve el desayuno y con cuidado comienzo a degustar la comida. Pruebo el jugo de naranja recién exprimido que sabe delicioso mientras mi madre habla del itinerario de hoy. No puedo evitar volver a perderme en mis pensamientos hasta que la voz alegre de mamá me trae de nuevo.

  — ¡Estoy tan emocionada de su llegada! No puedo creer que lo veremos después de años.

  — ¿Qué? ¿A quién? ¿Me he perdido de algo? —Trago un sorbo más del jugo.

  — Leo se mudará a Aspen, con nosotros. — menciona Marco con una sonrisa deslumbrante.

Me atraganto con el jugo por la noticia inesperada y me doy golpecitos en el pecho para calmarme.

  — Pensé que ya lo sabías. — dice el, pensativo. En respuesta, niego con la cabeza. Me aclaro la garganta y me remuevo incómoda en mi silla.

No es extraño que Marco y yo no hablemos demasiado, de hecho no tenemos mucha relación.

¿Una persona más viviendo en esta casa? ¿Alguien a quien no veo hace más de siete años?

Me agarra un escalofrío al pensar que nada bueno saldrá de esto.

Emily (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora