Capítulo 13.

157 3 0
                                    


No salí de mi habitación en toda la noche, agradezco al constructor de la casa que hizo un baño en mi habitación y no es necesario que salga de ella, al menos que tenga hambre.

Hoy esperaba despertarme con mi alarma del celular, pero ocurrió un pequeño detalle: no la programé anoche y ahora, que son las 7:45, mamá vino a tocar mi puerta como loca exigiendo que me levante de la cama y no pierda más tiempo.

Me cambio de ropa lo más rápido posible, incluso pongo me pantalón al revés lo que me hace perder mucho más tiempo al volverlo a cambiar.

  — ¡Emily Thompson, baja a desayunar en este mismo instante!

Incluso a través de la puerta puedo imaginar a mi madre de brazos cruzados y el ceño fruncido, tratando de derribar mi puerta con súper poderes, aunque es un poco irónico ya que, según Ethan, ahora está totalmente convencido que los tengo.

Mamá sigue tocando mi puerta sin parar y comienza a desesperarme.

  — ¡Ya voy madre! Espérame sólo un segundo más. — Grito saliendo del baño, luego de haberme lavado la cara y cepillarme los dientes en tiempo exprés.

Agarro mi celular junto con mis auriculares y los meto en el bolsillo más pequeño de mi mochila, la dejo en mi hombro y abro la puerta de una vez por todas.

  — Aquí estoy, aquí estoy.

  — ¿Por qué no pusiste tu despertador? Ahora llegarás tarde al colegio. Tienes suerte de que Leo no salga aún de casa. — Me regaña mamá mientras salgo de mi habitación.

  — ¿Qué tiene que ver Leo en todo esto?

  — Él te lleva al colegio, ¿No es así? — ¿Qué? —Me freno antes de seguir bajando las escaleras. — ¿No es así? — Repite.

¿Qué mentira le has dicho a mi madre y a tu padre Leo?

  — Sí, así es. — Sonrío ampliamente. — ¿Dónde dices que está él?

  — Aún no termina su desayuno.

  — Asombroso.

Sin perder mi sonrisa bajo los últimos escalones y camino con rapidez hasta la cocina. Me quedo detrás de mí hermanastro que, o sentir mi presencia, se sobresalta y gira su cabeza.

  — Lo genial de vivir juntos es que siempre me llevas al colegio, ¿No es cierto? — Fuerzo aún más mi gesto de felicidad. Aprieto su hombro con fuerza.

  — Buenos días. — Me saluda, fingiendo también una amable sonrisa.

  — Tu siempre tan solidario ayudando a Em. — Mamá entra a la cocina soltando un suspiro de agradecimiento. — Te mereces el cielo.

  — Sí, claro. Para que luego lo bajen al infierno. — Susurro tomando una rodaja de pan tostado y devorándola en segundos

  — Lamento que hoy no tengas un gran desayuno, cariño. Pero no es mi culpa que te olvidaras del despertador.

  — Tranquila mamá, cómo Leo es tan bueno puede comprarme un almuerzo, ¿Verdad? Como siempre que olvido mi dinero.

  — ¡Tan generoso! — Vuelve a hablar ella encantada del nuevo miembro de la casa.

  — Ya debo irme, estoy llegando tarde al instituto.

  — Estamos llegando tarde. — Lo corrijo, siguiendo sus pasos. — Hasta luego mamá, nos veremos en la tarde.

  — Adiós cariño, adiós Leo. Se me cuidan.

La despido con la mano y mi hermanastro solo asiente toscamente con la cabeza.

Emily (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora