Capítulo 5.

280 8 0
                                    

EMILY

Después de llamar a mi madre y contarle, muy por arriba, el inconveniente de hace un rato me quedo más tranquila cuando dicen que darán media vuelta y regresarán. Corto la llamada al mismo tiempo que llego a mi casillero, dejo mi bolso en él y saco solo mis libretas y un par de lápices.   

El cabello castaño de mi mejor amiga llama la atención meneándose de un lado al otro mientras camina, me aproximo hasta ella y la llamo por su nombre sobresaltándola. Me espera para que caminemos hasta el salón juntas y, cuando estoy a su lado, me da un fuerte abrazo.

  — Feliz cumpleaños, Em. — Besa mi mejilla castamente. Extiende uno de sus brazos y me entrega una cajita con un lazo. — Es solo un pequeño detalle que espero que te guste.

  — Oh, Mackenzie. Muchas gracias. — La rodeo con un brazo mientras que con el otro abro el regalo. Mis ojos se expanden cuando ven una docena de fresas bañadas en chocolate. — Mierda, no puedes hacerme esto. ¡Acabo de desayunar! — Tomo la fresa más grande y la llevo a mi boca.

  — Nadie te obliga a comerlas ahora. — Levanta una ceja con diversión.

  — ¡Son mis favoritas! — Exclamo con alegría mientras mastico. Ella solo hace una mueca y niega con la cabeza. — Debo volver a mi casillero a dejar las fresas, en caso contrario las comeré antes de llegar al salón de clases, ¿Me acompañas?

  — Claro. También puedes contarme por qué casi llegas tarde el primer día. Eres impuntual, pero nunca el primer día.

  — ¿Realmente quieres que te diga todo?

  — Soy toda oídos...

En el camino le digo desde cómo empezó la mañana hasta el momento en el que estamos. Suelta una carcajada cuando le narro los hechos de mí encuentro con mi hermanastro y me regaña por haber actuado de esa manera con él.

El timbre vuelve a sonar y, prácticamente, corremos hasta el salón.

(...)

Después de las dos primeras y aburridas clases por fin llega la aclamada hora del almuerzo. Como ninguna de las dos trajo comida, no nos queda otra opción más que ir a la cafetería. Al llegar, la primera mesa rebosa de tanta gente. Me cruzo de brazos y trato de levantar el cuello para ver, mientras pasamos por allí, a quien rodean pero no visualizo a nadie en específico.

  — ¿Sabes que pasa ahí? — Le pregunto a mi amiga la cual se encoge de hombros en señal de respuesta. — ¿Habrá alguna celebridad? — Comento divertida.

  — Quizás todo el alboroto es por el chico nuevo.

  — ¿Hay un chico nuevo?

  — ¡Te lo dije antes de la segunda clase! Todas las chicas están locas por él. — Rueda los ojos. — No creo que sea para tanto.

  — ¿Lo has visto? — Frunzo más el ceño.

  — Claro que no, ¿Has visto donde se encuentra el pobre chico? No creo que pueda salir de ese círculo por un largo tiempo.

Vuelvo a girar mi cabeza para ver al alumno nuevo pero es imposible, realmente está rodeado.

  — Em, ten cuidado. Debes mirar al frente cuando caminas.

  — Lo sé, lo sé... — Le digo sin prestar mucha atención.

  — ¡Emily! — Me doy vuelta por el grito de Mackenzie al mismo tiempo que choco con una persona y esta tira su bandeja de almuerzo sobre mí.

  — Ay, lo siento much... Ah, eres tú. No lo siento entonces. — Los ojos verdes de la portadora de la voz me miran con burla.

  — Michelle. — Murmuro entrecerrando los ojos.

Emily (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora