Capítulo 31.

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Bostezo, estiro mis brazos y junto mis manos haciéndolas tronar sobre mi cabeza. Miro el reloj de mi mesa de luz y abro los ojos con sorpresa al darme cuenta de han pasado veinte minutos de las 7 de la mañana.

Prácticamente corro hasta mi armario para cambiarme de ropa e ir al colegio. Lucho con mi camiseta hasta que logro ponérmela bien y me dirijo a mi baño con rapidez, cepillo mis dientes y lavo mi rostro. Hago una mueca al ver unas marcadas ojeras debajo de mis ojos: producto de no haber dormido bien anoche. Mi mano busca automáticamente el maquillaje pero el tiempo corre y no puedo tan tarde al instituto así que opto por ir al natural.

Bajo las escaleras apresuradamente, tomo mi mochila del sofá pero un par de manos la agarran al mismo tiempo que yo, deteniéndome.

— ¿Qué haces? — Los ojos claros de Violet me evalúan con duda mientras tiro de mi bolso y se lo quito de las manos.

— Estoy llegando tarde a clases.

— Em, estás en reposo. No puedes ir al colegio por esta semana. Mel y yo estamos cuidando de ti mientras tú y mi tío trabajan. — Caigo en la realidad con sus palabras y hago una mueca.

¿Cómo pude olvidarlo?

— ¿Estás bien, Emily? — La voz de Melanie se escucha preocupada desde la cocina y cuando la veo frente a mí me doy cuenta que me quedé quieta en mi lugar por varios minutos.

— Si. Estoy bien. — Rasco mi nuca. — Creo que la medicación es muy fuerte, ni siquiera dormí bien anoche.

— ¿Quieres que hablemos sobre eso? A veces es necesario desquitarse. — Violet se encoje de hombros y me sonríe. — Palmea el asiento vacío a su lado en el sillón.

Paso mi mirada de ella a su amiga y cuando ambas asienten camino hasta Violet, me siento junto a ella, relajo mis hombros y tiro mi cabeza hacia atrás, apoyándola en el respaldo.

— Vamos, suéltalo. — Dice Melanie.

— No sé qué ocurre conmigo con exactitud. Hay días que estoy sumamente cansada y otros que no soporte ver a nadie porque siento que voy a estallar. Y ni hablar de mi dolor de cabeza.

— Sobre eso... no creo que sea algo humanamente normal.

— ¿Disculpa? — Giro mi cabeza hacia la chica de ojos claros.

— En la cena de anoche, Margaret mencionó que no es la primera vez que te desmayas. — Ante el nombre de mi madre hago una mueca recordando lo de ayer. —Estoy evaluando tu situación Em, aunque aún no he llegado a descubrir algo preciso creo que me estoy acercando. — Se cruza de brazos y suelta un bufido. — Tengo que pasar más tiempo contigo y quiero que confíes en mí, o al menos que lo intentes.

— Para empezar a confiar en ti, debería conocerte un poco más o tienes que contarme algunas cosas de tu vida. No es que no me fie de ti, pero eres prácticamente una extraña que me ha confirmado que es tan rara como yo o que, por lo menos, no estoy delirando.

— En un sentido legal, somos familia. — Levanto las cejas. —Bueno, casi.

— Emily tiene razón, podría demandarnos incluso. Es decir, somos dos extrañas que aparecieron en su vida y una de ellas le cuenta cosas que parecen irreales. — La castaña peina largo cabello mientras nos observa desde el otro sillón. — Por mi parte, no tengo mucho que contar pero puedo resumirte mi vida.

— Espera. Tú eres la otra colega que Violet mencionó. — La señalo.

— No creo que seas muy lista. — Murmura.

Emily (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora