Capitulo 8

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~~~~~~Te soñé~~~~~~

—Tranquila, el mundo no se acabará, dios esta con nosotros —dije, sobando su espalda.

Pau levantó la cabeza de la almohada y me miró frunciendo el ceño.

—¿De qué hablas? —dijo, secando sus lágrimas y restregando sus ojos hinchados y rojos, por el llanto.

Me levanté de hombros y crucé las piernas sobre la cama.

—No lo sé, no tengo ni idea de porque lloras, así que...

Soltó una carcajada y se incorporó. Apoyó su espalda en el respaldal de mi cama y me miró

—Lo siento, es solo que hablar o recordar Francia me baja el ánimo —mordió su labio inferior e hizo un intento de sonreír.

—Entonces sí viviste en Francia —afirmé.

Ella asintió lentamente y corrió su mirada a la pared azul marino de mi habitación.

—Viví desde los 12 años allá, con mis tías, estuve en un internado para niñas, fue horrible —movía su manos con nerviosismo.

Asentí en silencio. Esa es la razón por la cual no la conocía o la había visto antes, no vivía con Criss, y el tampoco nunca la nombró.

A juzgar por su actitud, no es algo de lo que le sea fácil hablar.

—¿Hace cuanto qué estas aquí? —pregunté.

Pau fijó sus ojos en mi y un brillo extraño pasó por ellos.

—Hace más o menos dos meses.

Estaba a punto de preguntar porque había vuelto, cuando golpearon la puerta de mi habitación, y sin esperar respuesta de mi parte, abrieron. Ian entró con dos bolsas de Ruffes.

Nos sonrió y caminó hasta nosotras, me saludó y luego miró a Pau.

—No me digas que cambiaste tu orientación sexual, porque si es así, te apoyo —dijo, sonriendole a mi compañera.

Solté una carcajada y le arrebate los Ruffles de las manos.

—No seas estúpido, Ian —dije, abriendo el paquete, metí varias papas en mi boca— ellas es Pau, la hermana de Criss. Pau él es Ian, mi mejor amigo —hablé con la boca llena.

Mis amigos me observarón con asco. Los ignoré, no puedo evitar comer como una cerda cuando se trata de Ruffles.

—Dame, tengo hambre —tiró la bolsa de papas y metió una en su boca.

La miré mal, nadie me quita mis Ruffles. Pau comió con rapidez las papas, más rápido de lo que yo lo suelo hacer.

—¿Sigues triste? —pregunté. Negó con la cabeza— ¡pero si recién estabas llorando!

Se levantó de hombros y volvió a comer otra papa.

—El hambre supera cualquier sentimiento que pueda llegar a tener.

—Esta chica comienza a caerme bien —dijo Ian, riendo.

(...)

No, definitivamente no. No hay ninguna escusa o palabra que me haga cambiar de opinión.

—Irá Criss... —dijo, viéndome de reojo.

Bueno, pensándolo bien... ¡No! Ya lo he decidido. Mi palabra es ley.

Te SoñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora