Creyente [ Justin Bieber Fanfic ]

Capitulo Doce:

Sus manos fueron directos a su boca. Sorprendida. No se lo esperaba, y eso era lo que más me gustaba. Sonreí ante su reacción, y ella volteo a verme.

Yo también me sorprendí de mis acciones. En mi santuario siempre colocaba cosas importantes para mí, tanto como fotos o premios. Y ella estaba allí. Su foto. Nuestra foto. La foto del meet and greet donde nos conocimos.

- ¿Esa es...

-Nuestra foto.

-Oh por Dios...Justin...es un hermoso detalle -se acercó a la foto- y estoy llorando -solté una carcajada- había olvidado que cuando te conocí había llorado.

-Fue un día asombroso. Recuerdo la charla que me diste. Fuiste honesta, y tú misma desde el principio.

-Nunca se me pasó por la mente que llegaríamos a ser mejor amigos.

Dolió.

¿Por qué?

Porque la amo.

No quería ser su amigo. No quiero que ella sea mi amiga. Quiero que los chicos le hablen y ella los rechace diciéndoles que está conmigo.

- ¿Mad...? -ella me miró.

- ¿Qué pasa?

-Pues...

Te amo.

- ¿Justin?

Sentí mi teléfono vibrar y maldije en mi interior. Mad salió del cuarto para dejarme hablar con quién me llamaba.

- ¿Diga? -suspiré.

-Hey, Justin. ¿Dónde estás?

Scooter.

-En casa, ¿por qué?

- ¿Qué haces ahí?, se supone que tendrías que estar en el estudio.

- ¿Qué?

-Oh no me digas que lo olvidaste.

-Demonios, sí -gruñí- estoy con Mad ahora.

-Ven con ella, no tengo problema. Pero ven.

-Está bien.

Corté. Estaba enojado porque por fin me sentía seguro de decirle que la amaba. Tal parece que la suerte no está de mi lado.

- ¿Algo está mal? -me preguntó.

-Olvidé que tenía que ir al estudio. Lo lamento.

-Oh, lo entiendo.

- ¿Quieres ir conmigo? -sonrió.

-Por supuesto.

Sonreí. Al menos estaría concentrado con ella allí. Cerré la puerta de mi santuario para poder salir de casa, fue casi un milagro que no hubiera paparazis. Mi auto estaba cerca. Le abrí la puerta a Mad y ella se subió.

A mitad del camino la note algo tensa. Miraba a cada segundo a través del espejo.

- ¿Qué tienes? -le pregunté.

-Nos están siguiendo.

- ¿Qué?

-Desde tu casa nos siguen. Estaban escondidos.

-Maldita sea.

Aumenté un poco la velocidad y ella cerró los ojos aferrándose a su asiento. Estaba nerviosa.

- ¿Podrías bajar un poco la velocidad? -suspiró.

- ¿Por qué?, ¿no te gusta la adrenalina? -traté de bromear. Pero ella ni siquiera abrió los ojos.