Capítulo 10: Déjame llevarte a un lugar

22.9K 2.2K 1.8K
                                    

Después de la charla con C en la biblioteca volví a casa extrañamente feliz, pensando en todo lo que hablamos. Con la flor en el canasto de mi bicicleta y Winter caminando a mi lado, no pude evitar sonreír durante todo el camino. ¿Por qué, Emma? Justo hace unos días él me desesperaba y ahora... Bueno, continúa haciéndolo; pero he logrado ver un lado suyo que jamás había visto antes. ¿Ahora sí lo estoy considerando mi amigo, más que sólo un conocido?

Ha permitido que vea su faceta más natural, sin ningún enigma, a pesar de que nuestra conversación no fue tan larga como me hubiera gustado. Nunca había conocido a alguien como él y eso es extrañamente bueno. Dentro de mí aflora un sentimiento de querer volverlo a ver. Jamás pensé que conocería a alguien tan particular en este viaje y estoy emocionada, sin duda alguna.

Al llegar, Winter corre directo a la cocina donde papá está asando carne con tres amigos del museo, riendo a carcajadas. Me gusta que esté con ellos pues está feliz, animado y relajado; no es que no lo esté siempre (de hecho, es la persona más feliz que he conocido), pero cuando está con ellos es como si no fueran adultos, como si continuaran en la universidad. Y eso, me ha dicho él, es una sensación que le encanta.

Decido no interrumpirlos y subo directo al baño, donde hay un florero vacío. Lo lleno con un poco de agua y voy a mi habitación. Cierro la puerta con llave. Por alguna extraña razón he venido decidida a continuar leyendo el diario y, si papá entra y lo ve en mis manos, seguramente me exigirá que se lo entregue para analizarlo, terminando probablemente exhibido en el museo. Y no quiero eso, no quiero que estas memorias se pierdan para siempre detrás de una vitrina.

Me siento en la silla del escritorio, donde dejo la Cala de Etiopía frente a mí, depositándola en el florero con una sonrisa. Sigue en perfecto estado, sin marchitarse ni un poco. Me quedo observándola un rato antes de abrir el cajón y sacar el diario.

La lluvia cae con suavidad afuera. Hace mucho frío, pero no quiero perder tiempo buscando un abrigo. Cuando abro el cajón siento dentro de mí una gran emoción, como si estuviera a punto de subirme a una montaña rusa, teniendo claro lo que se me espera, pero sintiendo la adrenalina antes de subir.

Tomo el pequeño libro de cuero entre mis manos, acariciando la portada lentamente. Siento de nuevo ese nudo en mi garganta al recordar lo que leí ayer. Si eso fue melancólico, ¿qué vendrá después?

Acomodándome en esta pequeña silla, me dispongo a leer la siguiente página.

"Septiembre 10, 1887.

Hola, amigo mío,

Hoy he despertado con una extraña sensación dentro de mí. No sabría explicarla con palabras. He tenido un sueño realmente hermoso, el cual ha dejado mi mente y mi cuerpo en un estado de relajación increíble. Después de las pesadillas que he tenido las últimas noches, tan oscuras y confusas, este sueño ha sido una grata sorpresa para mí.

No recuerdo cómo empezó, pero sé que en un punto me encontraba en la playa, meditando. El sonido de las olas del mar llegaba a mis oídos de forma hermosa, llenándome el alma. No había otro ruido más que ese, como si yo fuera el único humano en el mundo. Y esa sensación de soledad que tanto odio de repente se convirtió en alegría. Porque era libre.

Luego, la playa debajo de mí comenzó a verse cada vez más y más pequeña. Era confuso al principio, hasta que me di cuenta de lo que estaba sucediendo. ¡Estaba volando, amigo!

Luego, desperté. ¿Pero cómo estar tan solo en el mundo, fue agradable para mí? Porque estaba solo, pero no triste. No había nadie que me juzgase, nadie que me obligara a hacer algo que yo no quería, nadie que me recordara día a día qué tan malo soy en todo lo que hago.

Desde hace un sueño (En físico en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora