Capítulo 16: Baile de Máscaras II

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Nos abrazamos mientras la música continúa sonando; mientras las parejas se mueven alrededor de nosotros. Lo aprieto tan fuerte que pienso que lo estoy ahogando; sin embargo, a él parece no importarle, y sólo me sostiene entre sus brazos. Puedo ver por el rabillo del ojo que tiene sus ojos apretados fuertemente, como si no quisiera que este momento terminara nunca. Y oh, Dios, puedo jurar que tampoco quiero que termine.

Mi mejilla está contra su chaleco, que emana un olor fresco y agradable, haciéndome sentir en las nubes por varios instantes. A pesar de que su garganta está cubierta por el cuello de tela de su camisa, como siempre, fantaseo internamente por poder sentir su piel. ¿Me permitirá él hacerlo hoy?

Siento su mano en mi espalda, mientras la otra me acaricia el cabello con suavidad. Y todo es perfecto para mí en este momento. Él es perfecto para mí.

Puedo contar unos diez minutos, hasta que comienza a alejarse de mí lentamente, y me mira a los ojos. Parece estar sorprendido por alguna razón, pero su expresión es relajada y tranquila, lo cual me hace sentir extrañamente feliz.

—He traído algo para ti —dice con voz baja—. Espero que te guste mucho.

No puedo evitar sonreír al saber que me ha traído un regalo, y de repente me siento mal pues yo nunca le he dado nada a él.

—¿De verdad? —pregunto con la emoción desbordando de mí.

Él ríe y menea la cabeza con diversión.

—Así es, Emma, pero no te lo daré aquí.

Frunzo el ceño, impaciente.

—¿Entonces dónde?

—En un lugar más privado.

Me observa, esperando una respuesta, pero sólo puedo comenzar a sentirme nerviosa. ¿Quiere ir a un lugar más privado? ¿Conmigo? Mi boca se abre para dar respuesta, pero la cierro inmediatamente al quedarme completamente sin palabras.

—Tomaré tu silencio como un sí —señala después de un rato, con una sonrisa en el rostro.

—A veces eres muy creído, ¿te lo he dicho ya? —bromeo. Él ríe mientras enoje sus hombros.

—Sí, me lo has dicho muchísimas veces —responde, mientras me ofrece su brazo con elegancia.

Yo lo tomo con timidez, dejándome guiar por sus pasos.

Me lleva directamente a la puerta de cristal por la que ha hecho su aparición, y la abre para mí, permitiéndome entrar primero. Mi corazón comienza a latir con fuerza al observar el solitario jardín que se extiende ante nosotros.

Él cierra la puerta, dejando el ruido de la música y de la gente atrapado en el interior. De repente, todo es silencioso, a excepción del relajante sonido de los grillos y las fuentes que deben de haber en algún lugar del jardín, que es gigante y hermoso.

Siento una corriente de frío cubrir mi piel, pero lo disimulo. Bajamos las escaleras hasta llegar a un pequeño camino de piedras, que se pierde al horizonte. Tambaleo un instante al poner mis pequeños tacones en el inestable camino, pero él me rodea con un brazo por la cintura. Ahora me tambaleo de nuevo, pero no es por los zapatos.

Comenzamos a caminar en silencio, alejándonos cada vez más de la fiesta. Alrededor, los arbustos guían nuestro camino. Éstos están decorados por pequeños bombillos amarillos, como los que se ponen en el árbol de navidad. De los árboles cuelgan pequeñas botellas de cristal, con velas encendidas dentro. También, las estatuas de dioses mitológicos están levemente iluminadas por reflectores de luz amarilla, mientras que las fuentes de agua emanan una luz azul, que hacen parecer que el agua brillara por sí sola.

Desde hace un sueño (En físico en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora