Desde hace un sueño (En físico en Amazon)

Capítulo 51: Susurros

Me sumerjo en un momento de cruda indecisión. Puedo sentir los ojos de Charles sobre mí y sobre mi rostro contraído. Sé que no pude ocultar mis sentimientos ante el mensaje de Abigail, pero algo dentro de mí me dice que me detenga un segundo y no arruine, por decirlo de alguna forma, este día mágico con él. Traer a colación el tema de los cuerpos podría inundarnos de nuevo de preocupaciones. Sí, falta Charles, su cuerpo no está entre los encontrados en el mar. Si soy honesta conmigo misma, esto no es de sorprender, existen cosas obvias en la vida y luego está esta. ¿Qué cuerpo ocultaría el horrible Lord Aldrich, si no es el de Charles? Sabemos de primera mano hacia quién iba dirigido su odio más profundo, por eso no me sorprende que él sea el que falta; no me sorprende, pero no deja de impactarme. En algún extraño sentido, era más fácil para mí buscarlos a todos juntos, que sólo dedicarme a buscar uno, específicamente el de él. Ahora no sé cómo será mi reacción cuando me tope con los restos de una persona que ahora sé, es Charles.

Por eso decido rápidamente cambiar el tema tan pronto como puedo. Él acaba de preguntarme qué había sucedido, y le inventé lo primero que vino a mi mente, y volví a recostarme a su lado. La lluvia ha aflojado nuevamente, y es sólo cuando escucho una camioneta aparcarse afuera, horas después, que decidimos levantarnos.

Existen terapias para el alma que sólo consisten en estar con aquellos a quienes quieres; mi principal fuente de calma son mi familia y Charles. En este mundo tan cruel, donde la soledad se levanta amenazante ante las personas que están sufriendo, siempre es bueno gozar de la compañía de un ser querido. Hace mucho no sentíamos que un peso se nos quitaba de nuestros hombros; hace mucho que el tema de los cuerpos, la inminente desaparición de Charles de este mundo terrenal y la tristeza y el desasosiego que esta situación trae consigo no se iba de nuestras mentes al menos por un día.

Cuando llegamos a la planta baja, nos encontramos con papá saludando a Winter, y tiene una sonrisa tan grande que podría iluminar toda la habitación. Al parecer no soy a la única a la que le sentó bien estar en compañía de alguien agradable. Podría jurar que no veía a papá tan feliz desde antes de que mamá muriera. Él tiene una alegría natural e innata, pero apenas en este momento la veo despertar en todo su esplendor. Me abraza y le da la mano a Charles, sosteniendo aún las llaves en la otra mano.

Yo cruzo los brazos contra mi pecho, con una sonrisa que podría traducirse como un te atrapé. Papá lo nota, y quiere tratar de evadir el tema excusándose con que irá a la cocina por algunas cervezas.

—¿Vamos a ignorar el hecho de que estuviste toda la noche afuera con una mujer? —insinúo, sin quitar la sonrisa de mis labios.

Papá se detiene y se rasca la cabeza.

—Sí, bueno...

Él es muy bueno dando consejos, hablando conmigo sobre mis relaciones con los demás, pero al momento de hablar de su vida privada y romántica los nervios lo envuelven y hace lo posible por dejar de hablar del tema. Yo sólo quiero que sepa que estoy muy feliz por él, pero quiero que primero saque el tema a la luz por su propia cuenta.

Charles está de pie a mi lado, con una sonrisa divertida. Tiene las manos cruzadas en su espalda, donde está sosteniendo su sombrero. Winter está detrás de él mordisqueando el sombrero, y a Charles parece no importarle. Me sorprende el nivel de amistad que ellos dos entablaron. Bueno, teniendo en cuenta la extraña habilidad de Charles para comunicarse con los animales —No olvidemos su enemistad con el ganso Arnolfo y su amistad con las ardillas—, me sorprendería si no fuera así. Ahora entiendo un poco por qué los animales sienten presencias fantasmales; siempre creí que era un mito, hasta que Winter, de cachorro, comenzó a ladrarle a los corredores y a las puertas cerradas, con tal enojo que parecía que alguien hubiera entrado a la casa, aunque por supuesto, nunca había nadie.