Capítulo 20: Falso despertar

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A pesar de saber, en una parte de mí, que Charles es real, no puedo dejar de preguntarme a veces si toda mi experiencia con él ha sido sólo producto de mi imaginación, pues no lo he vuelto a ver desde hace unos cuatro días. Aún así, el colgante y la flor son suficiente prueba para mí por ahora. ¿Pero dónde está él? ¿Cuánto tiempo consideró prudente alejarse de mí?

Los últimos acontecimientos han sido una completa locura, y es que mi mente sólo trata de negarme lo que sé que es cierto. Pero yo sé qué es cierto, cada mañana vuelvo a leer la nota que me ha dejado y no puedo evitar imaginarlo escribiéndola; y es que la tinta se ve tan fresca como si la nota hubiese sido recién escrita. La incertidumbre me invade; la sensación de sentirme observada me ha asechado mucho desde entonces, pero por alguna razón no es para nada incómoda para mí. ¿Es él quien me observa? ¿Es él el que me cubre con la manta cuando duermo? Lo he sentido estas últimas cuatro noches.

Pero me siento más sola que nunca, pues no he sabido nada de él. No me ha dejado más notas, no me ha hablado, no lo he visto. Me desespera que piense que necesito tiempo. Bueno, sí lo necesitaba, para salir del asombro en el que mi mente y cuerpo habían entrado. Sin embargo, el que se aleja tanto tiempo sólo me hace pensar que tal vez no fue más que un sueño, ¡pero no quiero pensar eso!

Estoy desayunando en el comedor, en silencio. Papá come unas tostadas mientras lee el periódico. Desde aquella incómoda charla en mi dormitorio no hemos vuelto a hablar mucho. Pero sé que se muere por preguntarme algo, pues cada tanto me observa de reojo, con una ceja levantada.

Al cabo de un rato y después de dar un último mordisco a su tostada, deja el periódico sobre la mesa y me observa con los brazos cruzados. Yo no puedo hacer más que prepararme mentalmente para lo que sea que está a punto de decirme.

—Así que ese amiguito tuyo no ha vuelto a aparecer, ¿ah?

Yo lo observo un momento con el ceño fruncido, y una especie de bombillo se enciende en mi cabeza. ¡Por supuesto! ¿Cómo es que he estado dudando de la existencia de él, si papá también lo ha visto? Sonrío interiormente ante esta nueva revelación, y me siento aliviada al saber eso.

Un suspiro de alivio escapa de mi boca, y papá frunce el ceño ante eso.

—¿Qué ha significado eso? —inquiere, con evidente fastidio.

—Papá... —Comienzo a debatirme mentalmente entre si debería o no decirle la verdadera naturaleza de aquel "muchacho". ¿Me creería? Sé que, a pesar de bromear mucho acerca de fantasmas, papá es un hombre muy escéptico. ¡Si yo misma lo soy, a pesar de la asombrosa revelación de hace unos días!

Me quedo un momento con la boca abierta, tratando de encontrar las palabras adecuadas, pero siento que no las voy a encontrar nunca.

—¿Sí? —inquiere nuevamente

—Papá, ¿tú lo recuerdas?

—¿A quién? —Lentamente se descruza de brazos, quitando de encima un poco de la tensión que se extendía en el comedor.

—A Char... el muchacho —corrijo con rapidez—, mi amigo. —La palabra ''amigo'' ahora no me suena tan bien como antes. Cuánto desearía que fuera más que eso.

Sacudo mi cabeza con rapidez al sentir el calor subir a mis mejillas.

—¡Por supuesto que lo recuerdo! ¿Cómo no hacerlo?

Si papá también lo ha visto, es imposible que sea sólo producto de mi mente, ¿no?

—Y dime... ¿parecía real? —pregunto, comenzando a remover mis manos con nerviosismo.

Desde hace un sueño (En físico en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora