Desde hace un sueño (En físico en Amazon)

Capítulo 37: Descubrimiento

Este capítulo está muy largo, lo sé. Perdón :( Pero por favor léanlo hasta el final, es realmente importante.

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La situación no fue tan sencilla como pensé. Tardaron cuatro días más en darme de alta del hospital. La impaciencia podía ganarme en cualquier momento. Sin malinterpretarme, la idea de perder a Charles con el posible descubrimiento de sus cuerpos me atormenta día a día; pero el encuentro con Lord Aldrich despertó en mí una especie de ira que me hacía querer vengarme cada vez más. ¿Qué mejor venganza que darle descanso a los Pemberton, mientras ese horrible hombre sufre por el resto de la eternidad?

Sin embargo, estoy en la parte trasera de la camioneta de papá, y Charles está sentado a mi lado. Llevo todo el camino observándolo, su distraída expresión me da paz de alguna manera, pero a su vez inunda en mí una especie de tristeza que nunca más quisiera sentir. Lo tengo a mi lado, puedo verlo, estar con él, y eso en cualquier momento puede dejar de pasar. Siento que mi historia con él está pronta a llegar a su final.

Creo que la mayor satisfacción de la vida de una persona es el pensamiento de que se vivió plenamente. Todos tenemos ese objetivo; todos pensamos en el futuro y esperamos obtener una vida plena, feliz y llena de satisfacción. Nadie quiere morir sin haber cumplido los objetivos y metas que se propuso en vida. Observando a Charles en este momento, a quien los rayos del sol del atardecer parecen atravesar su rostro cuando entran por la ventanilla del auto, me hacen pensar en que tal vez no estoy haciendo lo mejor por él. ¡Cuánto quisiera poder darle la vida que merece, darle todo aquello que él siempre quiso en vida! Pero por más que quiera no puedo, no hay manera de retroceder en el tiempo y salvar a la familia de su horrible destino.

¿Qué hubiera pasado, entonces, si el rumbo de las cosas hubiera sido otro? ¿Qué habría pasado con Charles y su vida si hubiera sobrevivido, o si el asesinato nunca hubiera pasado? Iría al Himalaya, estoy segura. Se iría lejos de su familia o, mejor dicho, de la opresión que sentía en el ambiente social que le había tocado vivir. ¿Se hubiera casado, tenido hijos?

Sólo de una cosa estoy segura, jamás lo hubiera conocido. Este es uno de los momentos en los que me pregunto si lo que ha sucedido en el último mes es real, o si en verdad estoy soñando y nada de esto estuviera pasando. Pienso en si las historias y cuentos fantasmales fueran sólo fantasías, y en el mundo terrenal no hubiera cabida para los fenómenos sobrenaturales. ¿Cómo sería mi vida en este momento si no estuviera él? Él me ha enseñado tanto. No sólo tengo a mi lado a un alma que ha sufrido mucho; tengo a mi lado a un alma sabia, llena de erudición. Es un alma que ha vivido lo suficiente para ver grandes cambios en el mundo, desde dos guerras mundiales hasta revoluciones de libertad; cambios radicales en el pensamiento y forma de ser y actuar de las personas y la cultura. Un alma que ha vivido lo suficiente para conocer de cerca lo que es la muerte, y para saber lo mucho que todos deberíamos valorar la vida.

Después de una media hora y atravesar los campos de las afueras del pueblo, por fin llegamos a la mansión, y mis pensamientos se desvían cuando Charles me observa, y todo lo que puedo ver son sus ojos. Nuestra mirada es interrumpida por la voz de papá cuando anuncia que hemos llegado, y deja la camioneta cerca a la entrada de la mansión. Charles me ayuda a bajar del auto y me dedica una gran sonrisa, alejándose un poco cuando papá se acerca a mí. La noche está llegando, y los últimos rayos de luz se filtran por las copas de los árboles.

Charles se encamina a la puerta cuando ve que papá se acerca a mí, como si supiera lo que él tiene para decirme y nos deja a ambos un poco de privacidad. Papá me mira con los ojos aguados, y me abraza con fuerza por un buen rato.