Capítulo 17: Preocupaciones

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El silencio a mi alrededor es abrumador, tenebroso. Sentí el diario moverse en mis manos justo en el momento en el que se abrió. Pero no hubo viento, ni una mínima muestra de que el aire sopló. Sólo estoy de pie, petrificada. No sé qué pensar de la situación, no sé qué pensar de C y del hecho de que me haya dejado abandonada en medio de este solitario jardín. Pero sobre todo, no sé qué pensar del diario abierto ante mis ojos.

No encuentro una explicación lógica. Observo la página en la que se ha abierto, su letra elegante y pulida. Y, sin embargo, no puedo evitar notar algo más sobre la hoja, algo que no debería estar ahí.

Justo donde está la fecha escrita, hay un pequeño círculo, ligeramente más oscuro que la hoja; y justo en ese punto, la tinta está corrida.

Al caer en cuenta de lo que es, no puedo evitar ahogar un grito. Pero es un grito de tristeza. Aquel círculo que ha corrido la tinta, no es más que la huella de una lágrima que seguramente su autor ha dejado caer al momento de escribir. Ahora el silencio no es abrumador, ahora el diario ante mí lo es.

Me siento en el borde de la fuente, mientras que el agua cae con tranquilidad, el único sonido que acompaña mi soledad en este momento.

Miro a mi alrededor antes de comenzar de leer, pero no hay nadie. Estoy segura de que C está metido en esto. Pero ahora sólo deseo leer, saber por qué Charles ha dejado caer una lágrima al escribir esta parte del diario.

La fecha se ha adelantado dos años. Sé que la última página que leí databa de 1887, y ésta data de 1889. Me doy cuenta de que sólo faltan unas pocas páginas para terminar de leer, pero, a pesar de que el diario se ha abierto solo, dejando tantas páginas sin descubrir, no puedo evitar permitir que la curiosidad me invada.

"Enero 17, 1889.

¡No lo puedo creer, amigo! ¡Todo se ha arruinado! ¡Mis esperanzas, mis sueños, mis planes! ¿Por qué la vida es tan cruel conmigo?

Odio a mi padre, tanto que no cabe en mí. Él es el culpable de mis dolores, amigo. Desde pequeño él se encarga de arrebatar de mí cualquier mínima gota de alegría que escape de mi ser.

Te lo contaré desde un principio. ¿Recuerdas hace muchísimo tiempo ya, que te he contado mis planes? ¡La meditación! ¡Mi viaje al Himalaya! ¡Mi viaje alrededor del mundo! Lo he planeado meticulosamente desde el día que me decidí a hacerlo. Pero no lo quería lograr por medio de las riquezas de mi familia, ¡por supuesto que no! ¡La vida no debería ser tan fácil! Y es que lo tengo todo, todo lo que cualquiera desearía, menos yo.

Sí que puedo robar dinero a mi padre, e irme tan rápido como lo tenga en mis manos. Podría, pero no quiero, no debo. Por más que lo odie, no puedo robar, aunque en parte esa fortuna me pertenezca a mí. Lo quería conseguir por mérito propio, y así lo hice.

Salía de casa cuando mi padre no estaba. Iba al jardín y llenaba mi ropa y rostro de barro. Así, sin que nadie se diera cuenta de quién era yo en realidad, fui a las mansiones más ricas de Laketown y Londres, como jardinero. Allí, ofrecía mis servicios, y no pedía una cantidad de dinero específico a cambio. En vez de eso, les decía que me dieran tanto dinero como ellos quisieran. Pero ponía tanto empeño en mi labor de jardinero, que todo quedaba hermoso, impecable. Todos los días tenía contacto con la naturaleza, con la naturaleza que tanto amo, amigo. Y nadie sospechó nunca que su jardinero era el hijo de Benjamín Pemberton, ¿qué hubieran pensado de mí?

Pero así, poco a poco, conseguí dinero, dinero que ahorraba en un pequeño frasco escondido debajo de mi cama. ¡Casi dos años ahorrando! ¡Y por fin, hace unos días, me he dado cuenta de que tengo más del necesario! ¡Por fin puedo irme, ser libre!

Desde hace un sueño (En físico en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora