Capítulo 19: Sola

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Ya no siento frío.

El tiempo pasa desapercibido para mí. Hace un rato sentí algo caliente y acogedor cubrirme el cuerpo. Es agradable, a pesar de que todo es negro. Pero hay algo inquietante: Voces rondando por mi mente. Voces que piden auxilio. Pero son tan lejanas que apenas puedo distinguir lo que me están diciendo. Se lamentan, piden mi ayuda; pero yo no veo nada.

Siento como si estuviera flotando en un espacio vacío, totalmente vacío y oscuro. No veo luces, ni personas. Ni siquiera puedo distinguir mis propias manos, o mis pies. No recuerdo nada; las imágenes intentan pasar por mi mente con rapidez, pero algo las bloquea. Comienzo a sentir dolor en la cabeza, mientras trato desesperadamente de dejar atrás la negrura que me rodea. Intento correr lejos de las voces, pues continúan acechándome, pidiendo por una ayuda que no sé cómo otorgarles. Ni siquiera puedo ver la fuente de esos sonidos.

Ahora son más, y cada vez más fuertes. Hay llanto, gritos. Luego, silencio.

Y de repente me siento sola, más sola de lo que nunca me he sentido. Hay vacío, hay miedo. No encuentro a nadie, ni siquiera en mi propia mente. El peor de mis miedos comienza a apoderarse de mí: El miedo a quedarme sin nadie, completamente desolada.

Entonces comienzo a buscar algo a mi alrededor, alguna señal de que me equivoco, de que sí hay alguien conmigo. Pero, a pesar de mis esfuerzos, no encuentro absolutamente nada.

Comienzo a sentir un murmullo, un leve eco a lo lejos. Cada vez parece acercarse más a mí, y el miedo comienza a alejarse. Sé que es así, porque entonces, de la nada, escucho el sonido más bonito de todos: Su voz.

Una sonrisa se asoma en mi rostro; un rostro que no siento ni puedo ver, pero rostro después de todo. Lo siento a mi lado, pero a la vez lo siento muy lejos. Su voz llena cada espacio vacío de mi mente.

Emma...

Dice, una y otra vez. La felicidad me inunda, ¡ya no me siento sola! ¡Sabía que no estaría sola! Él siempre estará conmigo, me lo ha prometido hace ya mucho tiempo.

Emma...

Comienzo a buscar en la oscuridad; a buscar su cuerpo, su contacto, su abrazo. Intento seguir el eco de su voz, siento que cada vez estoy más cerca de él.

Despierta...

La emoción comienza a invadirme, y mi corazón se acelera ante nuestro inminente encuentro. La oscuridad me fastidia, ¡sólo quiero llegar a él! ¿Es mucho pedir?

¿Me oyes?

¡Pero no puedo encontrarlo! Ahora es como si su voz se alejara de mí, en vez de acercarse. La desesperanza comienza a invadirme, ¡no quiero estar sola!

Despierta, Emma...

¿Dónde está? ¡Lo necesito! Corro por el vacío, intentando alcanzarlo, pero no lo encuentro. Ahora su voz es más lejana.

De repente, el suelo invisible debajo de mí, aquel que no puedo ver, comienza a moverse de un lado para otro. Como si de un terremoto se tratase, mi cuerpo se mueve con él. La fuerza de algo me sacude una y otra vez, sin dejarme ninguna escapatoria. Aunque intento moverme, no lo logro.

—Despierta —dice una voz, ahora más clara. Siento una mano en mi hombro—... Vamos, Emma, ¡despierta! —El dulce tono de voz de C ahora desaparece—. ¡Emma! —grita mi padre.

Abro los ojos con pesadez, mientras papá me sacude de un lado a otro, intentando despertarme. La realidad me golpea de nuevo cuando el negro y el vacío son reemplazados por el techo de mi habitación, iluminado tenuemente por mi lámpara de noche.

Desde hace un sueño (En físico en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora