Desde hace un sueño (En físico en Amazon)

Capítulo 33: Pistas II

Quiero agradecer a JesseniaAlay por avisar a todos que había perdido mi cuenta, y agradezco a todos los que escribieron a mi instagram para preguntarme, preocupados, qué había sucedido. Los amo, ojalá pudiera dedicarle el capítulo a todos. Sin más palabras, aquí está. Espero que lo disfruten tanto como yo.

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Si pudiera describir con una palabra lo que sentí al dejar a Charles atrás, sería miedo. Intenté todo lo que estaba en mis manos para hacerlo entrar, pero por alguna razón no puede hacerlo. Como él mismo lo dijo, pareciera que una pared invisible lo detuviera, como si algo o alguien no lo quisiera allí adentro. Ahora me dirijo a pasos rápidos hacia la entrada de la mansión, en la cual me esperan los demás. El camino oscuro, rodeado por árboles secos y ruidos extraños, se hubiera sentido aún más terrorífico si ellos no estuvieran vigilándome desde la puerta. Cuando llego, con la respiración agitada y un extraño escalofrío recorriéndome la espalda, lo único que puedo ver es oscuridad en el interior de aquella vieja mansión.

—¿Qué sucedió? —inquiere papá. Todos esperan una respuesta, con curiosidad y temor en sus rostros.

—Charles no puede entrar, papá... —respondo sin más.

Él me observa con la boca abierta, y está a punto de decir algo que, a la final, no dice. Asiente lentamente; creo que sospecha lo mismo que yo. Sólo nosotros dos somos conscientes de la naturaleza de Charles, y de lo que lo conecta tan íntimamente con este lugar. Danielle y Rupert no creerían, por ningún motivo, que Charles está muerto y que probablemente su asesino no desee que entre a su antiguo hogar. ¿Quién lo creería, de igual forma?

Papá y yo nos entendemos con la mirada, y sabemos que debemos seguir adelante a pesar de las circunstancias. Saca una gran linterna, estirándola hacia mí.

—¡Que empiece la cacería de brujas! —exclama, tratando de detonar emoción en vez de miedo, pero logra todo lo contrario.

Mi corazón se acelera cuando Winter entra corriendo de la nada, haciendo que los demás nos pongamos alerta y entremos tras de él. Si no hubiera sido por su atrevimiento e inexplicable emoción, ninguno de nosotros hubiera tomado el primer paso para entrar en ese horrible lugar.

Con linterna en mano, soy la primera en pasar detrás de Winter. Repentinamente, un viento frío roza mi piel y me hace estremecer. Trago saliva cuando ilumino por primera vez el interior de la mansión. Pequeñas motas de polvo se cruzan con la luz, dándole un aspecto más tenebroso. Al principio no logro distinguir nada con claridad, hasta que los demás iluminan igualmente con las linternas, y siluetas de muebles cubiertos con sábanas aparecen. Algunos han sido cubiertos a la ligera, como si realmente no importara la memoria de quien vivió aquí. Al menos para mí no importa en lo absoluto.

Al frente de la entrada, perfectamente alineada, hay una gran escalera de madera oscura. El lugar es muy elegante, sin duda, y la madera reina en el lugar. Desde el piso hasta las columnas, hasta los paneles que recubren las paredes. No podría imaginar si accidentalmente un incendio ocurriera, todo se perdería por completo.

Cuando comienzo a detallar el lugar, mi corazón comienza a acelerarse con rapidez. Jamás he visto cosas más tenebrosas en mi vida. Siento un carraspeo a mi lado, y observo a Rupert fruncir los labios.

—Encantador... —expresa, mientras se acerca a uno de los objetos que tanta incomodidad nos ha causado.

La luz de su linterna ilumina una estatua, más o menos de mi tamaño, labrado en mármol blanco. Aquella estatua representa una figura demoníaca, con cuernos saliendo de su cabeza y enormes colmillos en su boca. Lo más aterrador de esa estatua, sin embargo, no es sólo su naturaleza de demonio, sino que sus ojos están pintados de rojo, llamando la atención entre tanta blancura de mármol. Mi corazón se acelera cuando me le quedo observando fijamente a los ojos, teniendo que alejarme un poco al no poder soportar su mirada que, a pesar de ser inmóvil, parece observarme fijamente con odio.