Después de que C se fue, me quedé completamente anonada en mi cama, con la sonrisa más tonta que jamás he tenido. Todo lo que sucedió fue tan perfecto, tan irreal y tan hermoso que no tengo palabras para ello.
Winter ha entrado conmigo a la habitación después de un rato, y está tan feliz como yo. Le he pedido perdón por haber sido grosera con él, pero parece simplemente no importarle. Cada hora que pasa me recuerda que mañana será el baile del museo. Sí que he ido antes, cuando era pequeña. Pero era muy diferente ir con mi papá cargándome y sin entender nada, que ir mañana con C como mi pareja.
La noche pasa rápido, y decido ir a comprar mi vestido la tarde siguiente. Indudablemente siento cosquillas en el estómago cuando pienso en él. ¿Así que éste es el efecto que él causa en mí? Nunca lo hubiera pensado. Después de la primea vez que lo vi nunca imaginé que llegaría a sentir algo así por él. ¿Siquiera lo sabe? ¿Se lo diré? Cada vez que lo pienso simplemente me acobardo. Creo que prefiero dejar las cosas así, no soy muy buena diciéndole a otro lo que siento.
Me quedo dormida tan rápido que ni me da tiempo de cubrirme. A pesar de esto, tuve un sueño de aquellos en los que sientes todas las sensaciones implicadas en él, en el que alguien me cubría del frío, poniendo sobre mí una cálida manta, que reconocí como la mía por algún motivo, y ese alguien me acariciaba el cabello por unos segundos. Al despertar, me sorprendí con que efectivamente tenía sobre mí la manta, y sólo se me ocurre que yo misma me la haya puesto encima, adormecida.
Permanezco en la cama por unos minutos después de despertar, pensando en todo y a la vez en nada. Admito que el día de hoy causa en mí cierta sensación de nervios, y aumentan cuando, desde la cama, puedo ver las dos flores que él me ha regalado. Sonrío al ver que ninguna está marchita, ni siquiera la Cala, continúa tan fresca y hermosa como el día en que me la regaló.
Una hora más tarde salgo con papá y Winter en la camioneta, camino a la ciudad. Siento cada vez más inquietud al ver la hora pasar en mi reloj. Sin embargo, el día está despejado, y el cielo azul se plasma arriba con una tonalidad uniforme.
—Confío en ese muchacho, hija —dice papá de repente, dándole un gran mordisco a una hamburguesa que hizo en casa.
—¿Confías en él? —bromeo, con las cejas levantadas—. Más bien confías en sus conocimientos de arte e historia.
—¿Estás pretendiendo que es lo único que me interesa de él? —inquiere con evidente sorpresa, lo cual me hace reír.
—Vaya, papá. Recuerdo que echaste a Jake a patadas de casa, sólo porque no me llevó la flor para mi graduación, ¿recuerdas? El muchacho era un nerd, pero su amor se inclinaba a las matemáticas y adivina a quién no le agradó.
Él menea la cabeza, algo pensativo y a punto de darme la razón.
—Tenía potencial...—dice—. Pero vamos, ¿quién querría un nerd obsesionado con las matemáticas para su hija? Sin embargo, tu novio está yendo por los caminos del bien. Siguiendo a los santos del arte...
Ante la mención de la palabra novio mis ojos se abren como platos y carraspeo fuertemente para hacer evidente que no lo somos. Él observa a Winter por el espejo retrovisor, quien le devuelve la mirada con la lengua afuera.
—¿Quién entiende a las mujeres, Win? —pregunta con seriedad.
Win mete la lengua por un instante, antes de volver a sacar su cabeza por la ventana, ignorando por completo la indagación de papá.
Suspiro, fastidiada. ¿Por qué me molesta que diga eso? Vamos, ya querría yo que lo que dice fuera cierto.
Sacudo bruscamente la cabeza, intentando despejar mi mente. Admito que hace mucho no sentía este tipo de emociones por alguien más, desde la secundaria, para ser más específica. Tal vez no recordaba cómo se siente y por eso me asusta el simple hecho de percibir estos sentimientos dentro de mí.
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Desde hace un sueño (En físico en Amazon)
Romance*Ganadora Watty 2019, Romance*. Me enamoré de un fantasma. Emma se muda a una antigua mansión que ha estado abandonada por más de un siglo, en un pequeño pueblo inglés. Aquella casa guarda un pasado oscuro, aterrador; un pasado del que aún se murmur...