Capítulo 42

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Salí de aquella habitación hecha una furia, me habían engañado.

Primero me dice que tiene todas las respuestas que busco y ahora me venía con un chorro mareador de que debía descubrirlas por mi misma, no se da cuenta de que cuando intenté hacerlo por mi misma pasó lo que pasó, y luego viene y dice que la misión se trata de mí y nisiquiera me da explicaciones, solo me dice "ya es tarde, venga mañana" osea, a penas son las 1 pm.

-Señor Anderson...- habló la mujer loca a nuestras espaldas y ambos volteamos.- ¿podría hablar un minuto con usted?

Anderson me miró como si esperase mi aprobación.

-Te espero afuera.- asintió y salí.

Una vez estuve afuera busqué mi teléfono y marqué el número de Isabella, habíamos quedado en ir un fin de semana a una casa que su padrastro le había prestado por el fin de semana.

-Si, solo tuve que salir a hacer unas co....

No pude completar la frase ya que sentí que alguien tomó mis brazos e iba a gritar pero enseguida cubrió mi boca, intenté zafarme pero no podía quien fuera que me tuviese tenía bastante fuerza.

-Pronto nos volveremos a unir.- susurró en mi oído una voz ronca pero de un momento a otro me sentí libre de su agarre y volteé rápidamente.

Observé el cuerpo inerte que yacía sin cabeza en el suelo. Levanté la mirada y me encontré con el chico misterioso que había visto en la clase de Peyton.

-Gracias...- dije tomando mi teléfono del suelo.

-Eres parte de UDA ahora, debemos protegerte.- habló sacando su teléfono y tecleando rápidamente para seguido guardarlo.

-Aún no he aceptado.

-Pues deberías.- volteó a verme. Sus ojos era verdes, no los recordaba de ese color la última vez que lo vi.

-¿Co...cómo te llamas?- pregunté insegura.

-Ten más cuidado.- dijo serio y con eso se marchó. Parecía molesto o como si me odiase.

Pero, ¿por qué?

Dos chicos llegaron hasta mí, tomaron el cadáver y se lo llevaron al interior de la casa.

-Señorita- en un pestañeo de ojos Anderson estaba junto a mí.

-Vaya, decidiste aparecer.- lo miré mal y empecé a caminar de vuelta al auto.

Al llegar a casa me arrojé a la cama pero al instante la puerta de mi habitación fue abierta y el olor que percibí me hizo saber perfectamente de quien se trataba.

-Isabella.- susurré sin siquiera voltear a verla.

-¿Qué haces ahí?, Date prisa o se nos hará de noche.- la escuché empezar a caminar de un lado a otro y a rebuscar cosas. La miré.

-¿Para qué?

-Hoy iríamos a la casa de Richard. ¡Arriba!- chilló continuando con su trabajo.

Lo había olvidado.

Una vez guardamos todo en el auto y estaba apunto de subir al haciendo del copiloto Anderson salió de la casa.

-¿Él vendrá?- Isabella corrió hasta mí.

-Desgraciadamente.- susurré apartando la vista de él y mirando a mi amiga.- perdón, es que son ordenes de papá, no puedo salir a ningún lado sin él.

-Esta guapísimo- dijo de la nada y la miré extrañada.- ay, no me mires así, admitelo, no me dirás que no notaste que está para embarrarlo de chocolate o vainilla o fresa o hasta solo.

La primera vez © [Silentium I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora