Recompensa

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Brais y yo la acorralamos en la escalera.

-Por favor Nat. -Le pedí.

-No chicos. Fuisteis unos idiotas. Os pedí que paraseis, confié en que tendríais control, pero me decepcionaste. Así que no, no os voy a perdonar.

Se encerró en su habitación. Brais y yo nos miramos.

Él volvió a casa y ninguno de los dos nos presentamos a los entrenamientos. Este viernes acababa el primer trimestre de clase, y el jueves harían los exámenes finales. Nos pusimos a estudiar toda la tarde.

A la hora de cenar, Natsuki se sentó en la punta opuesta a la mía. Comió en silencio, sin mirarme en ningún momento.

Me metí en mi habitación. Preparé todo para mañana. A las nueve y media Sara se marchó.

Decidí ir y a la habitación de Natsuki. Entré y la busqué con la mirada. Lo que me encontré fue a una Nat en ropa interior. Gritó y me tiró un cojín. Me di la vuelta y le pedí perdón.

Una mano se puso sobre mi hombro. Me giré y la vi con una camiseta larga que le tapaba todo.

-Lo siento. -Le susurré.

-No importa. Pero solo te lo pediré una vez más: no vuelvas a beber de esa forma.

-Esta vez te haré caso.

Me abrazó con fuerza y lloró sobre mi pecho.

-Pasé mucho miedo.

-Lo sé. Pero te prometo que nadie volverá a tocarte conmigo cerca. Sin tu consentimiento, claro.

-¿Puedo dormir hoy contigo? -Me pidió entre sollozos.

Los brazos empezaron a temblarme... ¿qué digo? ¿¡TODO EL CUERPO EMPEZÓ A TEMBLARME!?

-Sí. Tranqui.

-Llévame en el colo porfa.

Dio un salto y la cogí entre los brazos. La llevé hasta mi habitación y bajé. Nos metimos juntos en la cama. Pasaron cinco minutos y ella se giró para abrazarme. Me quedé estático. La abracé tembloroso e intenté dormir. Me volví a despertar más tarde y ella estaba de espalda. Sentí que se movía.

-Jacob, ¿puedes rascarme la espalda?

-S-sí.

Metí la mano por la camiseta y comencé a rascársela. En ese momento ne di cuenta de que no llevaba sujetador.

-Más a la izquierda. -Le hice caso.- Más abajo. -Mi mano llegó al comienzo de la columna. -Más abajo.

-¿Estás segura?

-Tú haz lo que te digo.

Bajé la mano. La metí en su ropa interior.

-Más hacia delante.

Pasé la mano por sus caderas y llegué a su zona íntima.

-Ahora ráscame ahí.

Hice lo que me pedía. Después saqué la mano y me giré. Ella hizo lo mismo. Pasó una de sus manos por mi cintura. Estuvo abrazada toda la noche a mí.

Por la mañana me sentía cansado. Hoy teníamos un montón de exámenes y ayer no había ido a entrenar. Todo era muy agobiante.

Al volver a casa, Natsuki me llevó a su habitación toda emocionada. Cogió su móvil y me enseñó un mensaje que una de sus amigas le envió.

-¡Mañana hay una fiesta! -Me contó súper contenta.

-Ya lo sé. Pero no creo que ir sea muy buena idea. Es en la casa del capitán de baloncesto. Ese tío es un idiota. Brais me ha dicho que siempre está buscando chicas a las que metérsela.

-No importa, quiero ir. Y tu vendrás conmigo.

-Ni siquiera tienes ropa para ir.

-Eso es lo que tú te cres.

Me echó de la habitación y fuimos a comer. Después se preparó y se marchó a ajedrez. Yo aproveché para quedar con Brais.

Él también pensaba asistir a la fiesta, aunque pensaba lo mismo que yo sobre el capitán.

A las seis regresé. Nat ya había llegado. Estaba viendo una película. Al verme corrió a mis brazos y me dio un beso en la cara.

Me fui al sofá y ella puso sus piernas sobre mí, medio tumbándose.

A la hora de cenar, llamamos a nuestros padres para preguntarles si podíamos ir a la fiesta.

-No sé Jacob. No creo aue seas lo suficientemente mayor. Y ya sabes que tu madre no aprueba estas cosas.

Si ellos supieran.

-Por favor. Además, Natsuki y yo iremos juntos. Nos vigilaremos el uno al otro.

-No me convence. -Insistió mi padre.

-Mamá, papá, no os preocupéis. Estaremos bien.

Esas palabras debían de tener auelgo que yo no conocía, porque mis padres dijeron que sí casi al momento.

Nos fuimos a dormir. Mañana sería un día emocionante en muchos sentidos.

Mi hermanastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora