Siempre pierdo

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Como llegamos tarde al aula el profesor no nos dejó asistir a la clase, así que tuvimos que esperar fukera a que terminara. Mientras, yo me abroché la camisa y bajé la falda. Andrew evitaba mirarme a los ojos, algo que me dolía un poco. 

La clase terminó y Jacob fue de los primeros en salir. Ambos le seguimos hasta el pasillo donde habíamos estado hablando. Nos miraba malhumorado, parecía que en cualquier momento nos daría una paliza.

-¿Algo qué queráis contarme chicos?

-Ella tiene algo que decirte.

Ninguno de los dos me ayudaba.

-Jacob, me rindo.

Una sonrisa apareció en su cara.

-Lo que significa que yo puedo castigarte como me de la gana.

-No sé qué clase de juego herótico estabais llevando a cabo, pero esto es interesante -complementó Andrew, al que mataría en cuanto tuviese la oportunidad.

-¿Qué tienes en mente?

-Algo con lo que me voy a divertir mucho.

-No seas cruel -le rogué.

-Sabes que sí, de hecho, voy a dejar que Andrew me ayude a decidir.

Miré suplicante a Andrew. El me sonrió y guiñó un ojo.

-Tengo algo perfecto en mente -declaró el desgraciado.

Al acabar las clases fuimos a su casa los tres. Nos llevó a un cuarto oscuro no muy grande, con una silla de ruedas, una mesa y un ordenador. También había una pequeña estantería llena de películas, la oscuridad no me dejaba descifrar cuáles eran. Me sentaron en la silla y Andrew cogió una película, la abrió y puso en el reproductor del ordenador. En la pantalla leí el título... El butanero. Era un película porno. Iba a levantarme para largarme, entonces Andrew y Jacob me agarraron las manos en los posabrazos de la silla.

-Este es tu castigo, y da gracias que no nos vas a ver masturbándonos.

Yo no quería mirar, pero a Jacob se le ocurrió la genial idea de ir a por cinta americana, atarme a la silla y sujetarme la cabeza para ver obligatoriamente la película.

Ya había pasado como media hora, y empecé a ver a los chicos tensos. Tener que ver esta basura asquerosa ya era suficiente castigo, así que solo rezaba porque no fueran a olvidarse de lo que Andrew dijo. De pronto, veo como Jacob baja la mano disimuladamente a su pantalón, entonces le llamo y digo:

-Ni se te ocurra.

Por fin terminó. Había sido la hora y media más larga de mi vida. Los chicos me sacaron la cinta de los muñecas y caminamos los tres a casa.

-No puedo creer que veáis esas guarradas -comenté claramente asqueada.

Llegamos al sitio y Andrew nos dijo:

-Hoy en la casa de Nícolas hay una minifiesta en honor a que ha quitado una virginidad, es un idiota. Pero voy a ir para aguarle la fiesta.

-¿Cómo? -preguntamos al unísono.

-Voy a apagar todas las luces y a tirarle pintura verde por encima, para pedirte perdón por lo que te hice aquella vez.

No lo había olvidado. Me ruboricé al darme cuenta de que había estado esperando el momento exacto para pedirme perdón. Muy tierno.

-Lo siento tío, pero no podemos. Nuestros padres no nos dejan salir si no los avisamos porlo menos varias horas antes.

-Bueno, otra vez será.

Se marchó con las manos metidas en los bolsillos. Jacob cerró la puerta y me miró sonriente. Levanté una ceja.

-¿Qué?

-Has perdido -canturreó como un niño pequeño.

-No es cierto, me rendí porque me di cuenta de que ese no era mi estilo.

-Lo que tu digas. El caso es que queda demostrado que no puedes ganarme a nada.

-Saca un tablero de ajedrez, a ver si sigues tan chulo.

-Ya claro, si llevo esto a mi terreno yo también te machaco.

Me enfadé.

-Pues entonces cállate ya pesado. Me voy a mi habitación.

Subí rápido y cerré la puerta de golpe. Estaba súper enfadada... a lo mejor decidía ir a la fiesta.

Mi hermanastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora