Despiertos

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Me desperté con dolor de cabeza. Estaba desnudo, metido en la cama con Nat. Ayer estaba tan cansado que no recuerdo nada después de salir de la bañera.

No sabía si ella también estaba desnuda, lo comprobé y vi que no me equivocaba.

-Joder. -Suspiré. Tenía un  cuerpazo.

Me levanté, sentía que estaba entumecido.

Caminé hasta el baño y me lavé la cara. Puse observar que la ropa de ella y la mía estaba tirada en el suelo. Un fugaz recuerdo pasó por mi mente:

Natsuki me abrazaba, yo estaba sobre ella soltándole la coleta.

Fue extraño.

Me vestí rápidamente y fui a la habitación donde estaban todos.

Seguían dormidos. Pude ver que mi móvil estaba debajo de la almohada, que habría sido mía si ayer no hubiese pasado lo que pasó (que no sé qué fue). Lo cogí y salí a ver la hora.

¡LAS DIEZ Y MEDIA! No sé a qué hora me dormí, pero sé que bastante tarde. Seguro que me pasaría el día como un zombi, pero no tenía sueño.

Bajé a la cocina. Cogí fruta y comencé a devorar la deliciosa manzana. Al terminarla, me olí la axila y casi me desmayo, así que fui a la habitación dónde habíamos dormido Nat y yo para ducharme, aunque antes tuve que ir a por ropa a la habitación donde estaban todos.

Entré y vi a Nat aún dormida, normal ya que eran las once. Me metí en silencio en el baño y me saqué la ropa. Abrí el grifo mientras esperaba a que el agua se calentase.

Dejé que todo mi cuerpo se enjabonase antes de echarme el champú. Entonces, escuché el sonido de la puerta al abrirse.

-Buenos días Leo. -Natsuki.

-¿Qué haces despierta tan temprano?

-Son las once, además, quería recordarte que ayer me lo pasé muy bien.

Otro recuerdo pasó por mi mente:

Nat estaba tumbada en la cama y yo le besaba el estómago, bajando cada vez más el rumbo de mi boca.

Que extraño, no entendía por qué los recuerdos aparecían de esta forma.

-Yo... también. -Comenté tímido.

-¿Puedo entrar ahí contigo?

El corazón me empezó a latir más deprisa, lo que provocó otro recuerdo.

-No creo que puedas soportarlo. -Me había dicho.

-¿Es un reto? -Dije picarón, pero asustado.

Me pregunto qué pasó.

-Por su puesto.

La cortina se movió y entró con una camiseta blanca que le tapaba todo a duras penas.

-¿Por qué entras así?

-No quería hacerte esperar.

La abracé con fuerza. El jabón que antes estaba en mi pelo lar invadió, supuse que cerró los ojos.

-No lo entiendo, ¿qué tengo que tanto te gusta?

-Eres sincero. -Me respondió.

Abrí la boca mirando a la ducha y cogí agua, luego la besé despacio, dejando que el agua fuese pasando por nuestras bocas. Nos separamos. La camiseta se le pegaba al cuerpo, mostrando cada pequeño centímetro de este. Metí mi cabeza por su camiseta y... bueno... supongo que os imagináis que hice. Ella gimió, me agarró y me obligó a agacharme con ella, que dando yo sobre su cuerpo tumbado en la enorme bañera. Se le había puesto el bello de todo su cuerpo de punta, y me abrazaba con fuerza. Abrí los ojos, por lo que pude ver una pequeña cicatriz en un lateral de su pecho izquierdo. La toqué y noté que se la había hecho hace mucho, quizá luego le preguntase qué le había pasado.

Salí de la camiseta y nos levantamos. Comenzamos a lavarnos el uno al otro. Al salir, me di cuenta de que ya eran las doce y media. Nos secamos y vestimos rápido.

Bajamos a la cocina y vimos a nuestros abuelos preparando la comida. Seríamos los únicos allí hasta las cinco, que vendrían nuestros padres a buscarnos.

No sabía si volvería a ver a Nat, pero tenía claro que lucharía por estar de nuevo junto a ella. Esa chica había abierto un agujero en mi corazón que quizá nadie podría rellenar, escepto ella.

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Siento haber tardado tanto en subir, espero que os haya gustado aunque fuera corto. Intentaré subir más.

Mi hermanastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora