¿No hablas?

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Acabó la tercera clase de la mañana, una más y vendría el recreo. Ahora teníamos Música. En esa asignatura, Nat se sentaba atrás del todo y yo alante. Nuestros amigos en un lateral, así que eran los únicos de nosotros cuatro que estaban juntos. Vi que Andrew ocupaba su sitio habitual, es decir, al lado de Nat. Antes eso no me hubiese importado, pero sus ojos brillaban y la miraba de reojo... eso era malo.

Narra Natsuki.

El día había empezado fatal, al menos tenía a Laura. Estar en música me alegraba, ya que era una de las asignaturas que más me gustaba.

Todos tomamos nuestros sitios. Mientras la profesora no entraba la gente hablaba en sus asientos, yo estaba dibujando. Andrew, el chico ese que se sienta a mi lado, me llamó. Lo miré con seriedad.

-Hey, ¿tú eres Natsuki no?

-Llevamos casi dos meses en la misma clase, creo que ya deberías saberlo.

-Es que con el corte que te has pegado y ese nuevo color no pareces la misma. -Su voz era grave y seria.

-No entiendo qué te puede llegar a importar a ti eso, ésta es la primera vez que me hablas. -Además de mi pequeño mal humor, este chico no era trigo limpio.

-La verdad es que al ver que ahora molas un poco más, pues decidí que a lo mejor merecía la pena hablarte.

-Paso de ti.

-¿Entonces no me vas a hablar?

Ni le contesté. Soltó una risa de autosuficiencia y luego miró hacia delante, ya que la profesora acababa de llegar.

Mientras tomaba apuntes de lo que la profe contaba en la pizarra, una nota llegó volando a mi mesa. La ignoré y la tiré al suelo con el codo. Pasados dos minutos, otra nota llegó. Cansada, la abrí y leí su contenido.

Hola pequeña pelo fuego. Tan solo quería decirte soy guay y que me apetece que seas mi novia, lo eso decido pasar hoy tiempo contigo. Por si no lo has notado, la carta está hecha para que dejes de prestar atención y la profesora lo note, así que supongo que a estas alturas ya te habrá visto ;3.

Levanté la cabeza. Efectivamente, la profesora me estaba mirando con el ceño fruncido. Arrugué el papel y lo metí en mi estuche.

-Supongo que eso que tenía era muy interesante.

-No señorita. -La caniche la llamábamos, dado que su voz era increíblemente aguda.

-No importa, tan solo espero que esté hoy aquí a las cuatro y media para copiarlo.

-Sí señorita.

-Pero no se preocupe, el compañero Andrew, que ya lleva un buen rato con el teléfono, le hará compañía.

Él lo apagó y se lo metió en el bolsillo. Resopló.

-No creo que eso vaya a poder ser. -Le contestó.

-Me gustaría saber la razón. -Se cruzó de brazos.

-Es que no me apetece. -Se encogió de hombros.

-En ese caso llamaré a tus padres.

Levantó los brazos como si se rindiera.

-De acuerdo, de acuerdo.

La clase siguió con normalidad. Al tocar el timbre, recogí las cosas y me acerqué a la mesa de la profesora, le expliqué mi situación y le enseñé la nota. Ella se disculpó, pero me dijo que debería haberla ignorado igualmente. Por lo que no me libré del castigo.

Salí de la clase seria. Me encontré que Laura me estaba esperando. La saludé y le dije que me iba al baño.

Entré y me senté levantando los pies. Empecé a juguetear con el móvil, ya que no tenía ganas de salir a tener frío ni de ver a nadie, mucho menos al plasta de Andrew.

Cuando sonó el timbre salí. ¿Adivináis quién estaba en la entrada del baño? Pues si pensabáis en Andrew habéis fallado. Era Tamara.

-Vaya, vaya. Castigada. -Canturreó.

La insulté en japonés y luego me marché a clase.

Al llegar a casa... mis padres fliparon. Una de las razones fue mi pelo, y la segunda el castigo. No se enfadaron, pero me advirtieron que si esto volvía a pasar estaría también castigada en casa. No podía imaginarme qué estaría pensando Jacob, ya que no me había hablado en todo el día y se le notaba como decaído, puede que pensativo.

Mi hermanastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora