Hoy a las ocho Natsuki volvió a aparecer. Mi madre estaba dando un concierto, así que mi padre la acompañó. Yo decidí quedarme en casa por si venía Nícolas, por eso me sorprendió tanto verla. Pasó rápidamente y cerré con llave.
-¿Qué haces aquí?
-Me preocupaba que te pasase algo.
-¿Y acaso crees que tu presencia cambiaría algo?
Sacó un bate de detrás de la espalda.
-Al cien por cien.
-¿También de Jacob?
-No, he ido esta misma tarde a comprarlo. No soy tan estúpida, como para tropezar dos veces en la misma piedra.
-Impresionante.
Caminamos hasta mi cuarto. Le expliqué la forma en la que reforcé la casa y las medidas de seguridad que puse dentro por si se dignaban a aparecer. Pareció impresionada, lo que despertó una sonrisa en mí.
-La verdad, es que eso le quita diversión a la noche.
Mi sonrisa se esfumó.
-Perdona si el echo de que alguien se pueda colar en mi casa no te resulta lo suficientemente entretenido.
-Es que verás. En nuestro orfanato teníamos una regla: <<Si entra no sale>>. Los robos eran muy frecuentes, así que la policía dio un permiso para defendernos de ellos como pudiésemos. Desde ese día, cada vez que alguien intentaba entrar de noche, sacávamos los bates, cuchillos e incluso alguna pistola. Y, por entrar, la familia de la persona debía pagar una multa. Vamos, que yo con un arma en la mano no soy precisamente inútil.
Ahora me daba miedo. Nunca me habría imaginado esa faceta suya.
-Pero aquí es ilegal.
-Tranqui, solo lo dejaría inconsciente.
Intenté cambiar de tema... vi una oportunidad clara.
-Veo que ya no te cortas.
Apretó el bate entre las manos y miró avergonzada alsuelo. No dijo palabra, justo cuando estaba a punto de disculparme, se escuchó como se estaba intentando abrir la puerta de abajo. Corrí al ver el monitor de mi ordenador. Por la parte de fuera observé a un encapuchado de negro intentando entrar. Puse la cámara de la mirilla de la puerta: Nícolas. Tan predecible como siempre. Natsuki sacó del bolsillo un gorro negro, se lo puso y por encima la capucha. Abrí la puerta y ambos bajamos. A diferencia de Nícolas, nosotros sabíamos por donde movernos para no caer en las trampas. Lo único que me preocupaba era el bate. Yo seguía su actividad desde mi móvil, nada complicado.
Como no conseguía entrar por la puerta corrió a la ventana de la cocina. La abrió rompiendo el pestillo, eso se lo haría pagar. Al entrar, corrió a la sala del piano, justo donde Nat lo esperaba. Avancé silencioso. Él encendió la luz y miró a los alrededores. Sacó un bote de pintura del bolsillo. Lo agitó y la sacó la tapa. Iba a entrar para evitar que manchase algo, entonces veo como una figura aparece detrás de su espalda y le da un golpe en la cabeza. Cayó al suelo dolorido, mas se levantó. Las luces se apagaron, así que seguí la pelea desde el móvil. Nícolas estaba confuso, aasí que no le dio tiempo a esquivar un puñetazo directo en el estómago y un codazo en la espalda. Volvió a estrellarse. Veía la figura oscura de Natsuki moviéndose ágilmente alrededor de él. El bate estaba en sus manos, girando a una velocidad de vértigo. Parecía que ella pudiera ver en la oscuridad, era increíble. Nícolas volvió a levantar, esta vez con los puños en alto.
-¡Andrew! ¡Sal cabrón! ¡Eres un puto cobarde!
Vi como Natsuki tiraba el bate al suelo y se subría las mangas. El sonido del objeto contra el suelo sobresaltó a Nícolas, pero el crujido de los puños de Nat le puso la piel de gallina, por que lo vi temblar y retroceder. La tenía justo al lado, y el puñetazo en su mandívula le hizo darse cuenta. Al recuperar el equilibrio envistió contra ella, por desgracia, Nat se echó hacia atrás y le puso la zancadilla. Volvió a recibir el suelo con gusto.
-¡Eres una mierda! Seguro que con la luz encendida no te pones tan gallito.
Dicho y hecho. Nat las encendió. Nícolas sonreía, pero al ver el bate dejó de hacerlo.
-Andrew, tío. Tampoco hace falta ponerse así. ¿Las... paces?
-Ni de coña -respondí entrando en la habitación.
Nícolas se asutó aún más.
-¿Sois dos? ¿¡Cómo es posible!?
Antes de que le respondiera se desmayó. Natsuki se acercó a mí.
-Llama a una ambulancia, le hará falta. También a la policía, pero para ti. YO me quedo por si necesitas ayuda o algo.
-Gracias. Por cierto, no sabía que veías en la oscuridad, ni que eras tan fuerte y ágil.
-Lo de la oscuridad es de nacimiento, pero por culpa de eso tengo muy poco olfacto. Y lo otro es porque me paso horas entrenando, el ajedrez no es mi único pasatiempo.
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Mi hermanastra
Teen FictionJacob, el único hijo de una de las familias más prestigiosas de Suecia. Sus padres deciden adoptar a una niña por su cumpleaños. Él no sabrá como reaccionar a una serie de circunstancias que acabarán con su felicidad.