El castigo

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Me cambié. Decidí ponerme unos pantalones largos, unas botas de agua y un jersey corto lila con una camiseta de tirantes blanca. Me puse el abrigo y salí de casa. Como hacía mucho frío, me puse un pequeño gorro blanco.

Llegué al instituto. Me dirijí a la clase de música, pero antes dejé mis cosas en la taquilla. Al llegar, vi que Andrew estaba sentado en mi sitio, con las botas embarradas sobre la mesa. Iba de negro, con unos pantalones ajustados y una chupa de cuero. Puro postureo. Me dirigió una mirada pícara, o lo que fuese que pretendía ser. Le ignoré y me senté en el primer pupitre. Debíamos esperar a que llegase la profesora y nos diera qué hacer. Supongo que él debía estar muy aburrido, porque se me acercó.

-Hey, pelirroja. ¿Por qué te sientas tan lejos de mí?

No le contesté. Yo ya había tomado la decisión de no hablarle, por lo que la iba a cumplir. Además, estaba muy ocupada jugando con mi móvil.

-Vamos rojilla, ¿no me vas a hablar?

-Tus apodos dan asco. -Le contesté.

-Casi tanto como hablar contigo. -Me arrancó el gorro y se fue a mi mesa.

Le grité y fui hacia él para que me lo devolviera. Lo levantó con el brazo, así que yo no lo alcanzaba.

-Eres una enana.

Paré de saltar y le di una patada en la espinilla. No se movió ni un milímetro.

-No te hagas el duro.

-Muy bien. -Bajó el gorro y lo dejó sobre el fango de la mesa. Antes de que yo lo cogiera, me agarró por el cuello y me golpeó contra la pared, dejándome casi sin respiración. -Ahora sí que me estoy haciendo el duro. -La cabeza me ardía y sentía que cada vez me levantaba más. -Escúchame y escúchame bien, si te atreves a golpearme de nuevo no tendré compasión contigo. ¿Entendido?

Una lágrima rebelde se escurrió por mi mejilla abajo. Él me bajó de forma brusca, dejándome caer de rodillas al suelo. Me fui a otro sitio diferente, lo más alejada posible de él.

La profesora llegó. Sentí que ya estaba a salvo, entonces dijo lo peor que pudiera haberme pasado.

-Ya que les gusta mucho mandar notitas, bajarán a la clase de plástica y empezarán a barrer el suelo, arrancar chicles de debajo de la mesa y vaciar las papeleras. No podrán salir de allí hasta que yo les abra, ya que les encerraré para evitar huídas inesperadas.

Nos condujo a la clase. Era la más apartada de todo el colegio, me daba miedo que darme con ese chico en ella. Entramos y la profesora nos cerró la puerta. Cogí un paño y empecé a pasaro por las mesas, mientras que Andrew empezó a vaciar papeleras. Al terminar, él se puso a mirar como yo barría. Por alguna razón, que desconozco, se levantó y me agarró por la espalda. Apoyó la cabeza en mi hombro.

-Sabes, desde este ángulo hasta pareces guapa y todo.

Me removí entre sus brazos, intentando y consiguiendo liberarme. Me alejé todo lo que pude de él y me puse a limpiar las estanterías. Vi de reojo que el limpiaba la pizarra.

Cuando terminamos, a las cinco y cuarto, llamamos a gritos a la profesora. No debió oirnos.

-Toca esperar. -Dijo convencido.

Me senté al fondo de la clase y me apoyé con los brazos en la mesa, escondiendo mi cabeza. Me dolía un poco, ya que estar cerca de este chico me ponía de los nervios. Me daba miedo. Sentí que mi móvil vibraba en mi bolsillo y lo cogí. Era Jacob.

HEY! Hermanita, cuando
vuelves?

Pues cuando nos
abran la puerta.

Mi hermanastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora