Narra Andrew
Nos consolamos entre nosotros para luego acompañarla a casa. Había sido un día y una noche muy dura para ella, así que decidí pedir un taxi. Dentro nos quedamos en silencio, ella miraba al frente, con las mejillas rojas y los ojos llorosos; yo la miraba de reojo, con cuidado de que no lo notase.
Llegamos al lugar. Pagué al taxista, después la acompañé hasta la puerta. Justo antes de entrar, se dio la vuelta para mirarme con duda.
-¿Y tu cómo vas a volver a casa?
-Andando.
-Me niego. Espera un segundo.
Corrió adentro. Al poco tiempo sacó una bicicleta azul de montaña. Mis ojos se pusieron como platos y sentí que un grito amenazaba con salir de mi interior.
-Madre mía, es bellísima.
-Es de Jacob, se la regaló su abuela por su cumpleaños. Vete en ella a casa, mañana yo misma iré a buscarla para que no sospeche.
-¿Y si te pregunta?
-No te preocupes, yo me encargo de todo.
Volvió a pasar y yo me marché. La verdad es que no me gustaba la idea, y estaba seguro de que si Jacob se enteraba la mataría. Intenté eliminar esos pensamientos. Al llegar a casa escuché el hermoso sonido del piano. Corrí a ver a mi madre, pero cuando abrí la puerta... estaba él.
-Hey chaval.
El primer marido de mi madre. La dejó cuando se enteró de que estudiaba en un conservatorio. La dejó sola. Ahora, se dedica a venir a pedirle dinero, con la escusa de que él le pagó el primer año.
-¿Qué haces aquí? -fui seco.
-Tu madre va a darme mil pavos. Y tu padre viene en unas horas, así que paso el tiempo.
-No sabía que tocabas el piano.
-No lo hago -cogió su móvil-, pero me gusta sentarme aquí y escuchar las grabaciones de tu madre.
Me di la vuelta y salí a por mamá. La encontré en la cocina, con dinero en la mano y un cuchillo en la otra.
-Mamá, ¿qué vas a hacer?
-Vo-voy a echarlo de aquí.
Corrí a abrazarla, haciendo que todo se cayera. Ella me abrazó y escondió la cabeza en mi cuello.
-No quiero dárselo -sollozó.
-Pues no lo hagas, nadie te obliga a hacerlo.
Su vestido de noche era rojo y tenía unos brillos que la hacían ver hermosa.
-Mamá, deja eso ahí. Llama a la policía y yo intentaré echarle.
-Va-vale.
Caminé hasta la sala en la que él estaba. Seguía sentado delante del piano, escuchando música. Cerré la puerta sin que se enterase y la cerré con la llave maestra de la casa. Después de un rato, apareció la policía. Mi madre se lo explicó todo, ellos lo cogieron y le pusieron una orden de alejamiento. Parecía enfadado, pero no volvería a molestarnos... creo.
Yo y mi madre decidimos dormir juntos mientras no llegaba mi padre. Estaba muy nerviosa y asustada, algo preocupante para mí. Se quedó dormida justo cuando llegó papá. Me levanté con cuidado. En la entrada nos saludamos con un abrazo.
-¿Qué tal tu madre?
-Dormida, pero está súper nerviosa.
-No te preocupes, yo me encargo de ella. Por cierto, alguien se ha cargado tu bicicleta.
-Yo no tengo bici... -en ese momento me di cuenta- Dios mío.
Corrí al jardín... la bicicleta de Jacob estaba sin ruedas, pintada de verde y le habían quemado el sillín. Vi una nota pegada en el manillar que decía:
Te bas a enterar de lo que bale un peine, maldito crabón. De esta no te salvas. Esto es de parte de todos, i no te creas que no savemos que tenías un o una cómplice . Cuando nos enteremos estaréis en la mierda.
Hola problemas. Encantado de conoceros. Que me quieran hacer algo a mi me daba igual, pero a Nat no la iban a tocar. Ahora lo importante era arreglar la bicicleta.
Me pasé la noche entera buscando una igual por Internet. Finalmente, di con una, pero no la traerían hasta el domingo por la mañana. En fin, eso era mejor que nada. Ya eran las siete de la mañana, así que decidí dormir un rato. A las tres, me despertó mi padre, diciéndome que una chica me esperaba. Bajé con el pijama y el despeinado a recibirla. En el salón, hablando con mi madre, estaba ella. Al verme, las dos pusieron una cara de horror extremo que disimularon lo mejor que pudieron.
-Andrew, cariño. Ha venido Natsuki y... cielo, estás hecho un desastre.
-Lo sé, Nat tengo que hablar contigo.
La llevé a la sala del piano. Allí le expliqué todo lo sucedido con la bicicleta. El brillo de sus ojos se esfumó y todas sus expresiones tornaron preocupadas. Vi como empezaba a sudar y a temblar.
-N-no me digas eso.
-Pero tranquila, he pedido una nueva. Lo malo es que vendrá mañana por la mañana aquí.
-De acuerdo, por lo menos no está todo perdido. Te traeré la mitad del dinero luego.
-¿Qué? De eso nada, la bici esta rota por mi culpa.
-También es mía, por dársela a otra persona.
-Me parece justo.
-Te ha llevado poco aceptar.
Sonreí y me crucé los brazos por detrás del cuello.
-No voy a llevarle la contraría a una mujer como tú.
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Mi hermanastra
Teen FictionJacob, el único hijo de una de las familias más prestigiosas de Suecia. Sus padres deciden adoptar a una niña por su cumpleaños. Él no sabrá como reaccionar a una serie de circunstancias que acabarán con su felicidad.