Tormenta

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Domingo. Mañana por la noche mamá y papá volverían. Mañana iríamos todos a por las notas. Mañana sabríamos si podríamos salir todos juntos. Mañana quizá acabaría con Nícolas. Pero hoy no teníamos nada qué hacer.

Laura estaba con sus padres en casa de sus abuelos. Brais iba a quedar con la chica de tercero y me había pedido que no los importunase. El resto de mis amigos estaban de resaca porque decidieron salir el sábado a la noche. Natsuki no pudo quedar con Nícolas (algo que me llenó de tremenda felicidad). En otras palabras, yo y mi hermanita estábamos aburridísimos. 

Hacía mucho frío como para salir al jardín. Estaba a punto de tronar, por lo que no podíamos tener nada enchufado. Creo que no he estado tan aburrido en toda mi vida.

Decidí tomarme un baño. La casa estaba llena de pequeñas velas para poder ver, por no hablar de que teníamos un montón de linternas.

Abrí el agua y esperé a que el agua se llenas para meterme. Empecé a desnudarme. En el baño hacia calor, y me sentía relajado. Me metí. Habían pequeñas burbujas que no me dejan ver mis piernas. No sabía que estaba haciendo Nat, por lo que la llamé. Apareció por la puerta, con la vista baja.

-No se me ve nada, puedes mirar.

-Dime qué quieres de una vez.

-Nada, solo quería saber si estabas bien.

-¿¡CÓMO NO VOY A ESTAR BIEN!?

Salió del baño corriendo. Suspiré. Pasaron cinco minutos y volvió. Llevaba un traje de baño negro y el pelo recogido en una coleta.

-¿Puedo meterme contigo?

No sé cuál de los dos estaba más colorado en estos momentos.

-¿Po-por qué?

-Es que me da miedo estar sola.

-Bueno, va-vale.

Se metió con cuidado. Era extraño verla así, parecía realmente asustada.

-¿Quieres que te abrace?

Asintió. Se dio la vuelta y se recostó sobre mí. Yo la rodeé con los brazos. Empecé a hacer círculos en su  vientre con los dedos. Se escuchó un trueno y tembló. Yo la abracé con más fuerza.

-¿Es qué te dan miedo las tormentas?

-Un poco.

Corrí la cortina de la ducha y eso nos dejó más a oscuras. La pegué más a mi y puse su oreja en mi pecho. Parecía que el sonido de mi corazón la relajó.

-¿Te encuentras mejor?

Pasó sus brazos por mi espalda y me abrazó.

-Mucho mejor.

Llevábamos solo diez minutos, aunque nuestros dedos empezaron a arrugarse.

Nos quedamos así hasta que pareció que la tormenta cesó.

-Deberíamos salir.

-Tienes razón.

Se levantó, cogió el albornoz que había traído y se marchó. Yo saqué el tapón e hice lo mismo.

Nos reunimos en el salón. Ambos llevábamos el pijama. Las persianas estaban bajadas, lo que supuse que le inspiraba seguridad. Me tumbé en el sofá. Ella se puso a mi lado. Luego lo rodeó y se me tiró encima, abrazándome. Tengo que admitir que me hizo daño, aunque fuese súper mona estando así. Su coleta estaba algo ladeada, y su cuerpo se sentía cálido contra el mío. La rodeé con mis brazos y le acaricié la espalda.

Se hizo tarde. Conectamos la nevera y el congelador. Decidimos cenar embutido. Subí a lavarme los dientes. Pronto me metería en la cama, de echo, estaba al punto de hacerlo, pero Natsuki apareció por la puerta.

-Sí, puedes dormir conmigo. -Le dije adivinando su pregunta.

Contenta, se metió conmigo y se acurrucó a mi lado.

Tuvo pesadillas toda la noche, por lo que me veía obligado a despertarla y consolarla.

Por la mañana, bajé a la cocina a preparar el desayuno. Para mi sorpresa, estaban mamá y papá. Corrí a abrazarlos.

-¿Qué hacéis aquí? Creía que no vendríais hasta la noche.

-Estábamos preocupados, la tormenta de ayer fue bastante fuerte, así que decidimos darnos más prisa. -Aclaró mamá.

-Por cierto, ¿dónde está tu hermana?

-Durmiendo.

-Deberíamos despertarla, a las once y media hay que ir a por vuestras notas. -Sugirió mi madre.

-Vale, voy yo. -Les dije.

Subí las escaleras. Entré en mi habitación... ella no estaba. Entré en la suya. Asomó su cabeza detrás del marco de la puerta. Llevaba el pelo suelto y liso. Aún no se había vestido.

-Mamá y papá están aquí.

Salió corriendo de la habitación y bajó corriendo las escaleras. Escuché grititos y risas, por lo que supuse que estaba emocionada.

Nos vestimos los dos. A las once montamos en el coche de papá y fuimos hasta el colegio.

En la entrada al instituto estaban Brais y sus padres. Seguimos entrando en el recinto. Llegamos a las escaleras. Nuestros padres subieron y nosotros nos quedamos fuera. Estábamos hablando los tres tranquilos, entonces llegó Nícolas. Sus padres nos saludaron y subieron, pero él se quedó con nosotros.

Besó a Natsuki delante de nosotros. ¡NO SE DESPEGABAN! Media hora después volvieron todos. Arrastré a Natsuki al coche y me crucé de brazos. Si hoy quedaban... seguro que sería un día muy largo para mí.

Mi hermanastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora