Por ti gratis

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Llegó el día esperado. Tamara le había estado diciendo cómo debía vestirse y comportarse. Se notaba que mi hermana estaba nerviosa, puesto que todo estaba sucediendo de forma peligrosa.

Le dije que si necesitaba algo me llamase... me respondió que tenía prohibido llevar el móvil.

Narra Natsuki.

Caminaba hacia la casa de Tamara. Llevaba el uniforme escolar, con unas medias añadidas con ligas y un sujetador muy incómodo. Mi pelo estaba recogido en un moño con una pinza. Me había dicho que no me maquillase, ni llevara nada. Estaba muy asustada, no quería hacer esto.

Llegué al lugar. No había ningún coche, lo que significaba que no había padres. Timbre y me abrió Tamara, que lucía una gran sonrisa.

-Pasa pasa.

Entré silenciosa. Me llevó a una habitación donde las persianas estaban bajadas y las luces encendidas. Un chico con el pelo negro y los ojos grises estaba sentado en la cama, con solo el bóxer y una camiseta de tirantes blanca.

-Natsuki, este es mi hermano Eri. Eri esta es tu puta.

Iba a replicar, pero decidí mirar callada al suelo. El chico se levantó de la cama y me miró. Era un pelín más alto que yo, casi imperceptible. Su cara era seria y sin vida.

-Bueno os dejo solos. Eri cierras tú o cierro yo.

-Yo. -Una voz grave y firme.

-De acuerdo.

Salió de la habitación como una niña pequeña, saltando y tarareando. Eri giró la llave que había y la dejó sobre un escritorio. Me miró a los ojos y yo no supe qué hacer.

-Sácate la blusa.

-Pero...

-Si vuelves a hablar sin que te lo diga, le digo a mi hermana que publique la foto.

Asentí. Lo obedecí y quedé sin la blusa. Él se bajó el bóxer, dejando ver su miembro. Lo señaló con la mirada, indicándome qué debía hacer. Caminé hacia él. Me puse de rodillas y... me da náuseas pensarlo. Mientras yo lo hacía, me agarraba por el moño y me hacía mover la cabeza. Cerré los ojos para evitar el mal trago.

-Abre los ojos, quiero verlos todo el rato.

Cuando me ordenó parar me llevó a la cama. Pude fijarme que en la espaldera habían unas esposas.

-Ponte a cuatro patas.

-Por favor, no me obligues a...

-Nadie te está obligando, tú estás aquí porque quieres evitar algo. Así que la decisión es solo tuya.

Hice lo que me dijo. Ató mis manos en las esposas, que tenían una pequeña separación. Me levantó la falda y bajó braguitas. Metió un dedo dentro de mí y lo movió a los lados. Yo gemía, ya que estaba siendo muy brusco. Metió el segundo y comenzó a ser más gentil. Al sacarlos, supe lo que venía. El dolor me invadió y grité.

-Si sigues haciendo tanto ruido yo mismo publicaré la foto.

Sus embestidas me quitaban el aliento, y solo podía pensar en que Jacob intentó avisarme. La sacó. Hizo que me diera la vuelta, dejando mis brazos cruzados, sujetando mi cabeza. Me sacó la falda del todo y también la braguita.

-No quiero que te muevas, ni que hables. -Asentí.

Cogió un hielo de un vaso y me lo restregó por todo el cuerpo. Al llegar abajo, me lo paso por mis parte hasta llegar a mi dolorido trasero, donde lo dejo derretirse. Mi cuerpo vibraba y mi respiración era irregular. Estaba a punto de controlarme, cuando metió el hielo dentro de mí. Gemí, no pude controlarlo, era una sensación extraña, mi espalda se arqueó.

-Te dije que no te movieras. Ahora tengo que castigarte por no escucharme.

-Por favor no publiques la foto.

-Haré algo peor.

Cogió su móvil y fotografió la escena.

-Este es el primer paso, si vuelves a hacerlo el segundo será enviársela a todos mis contactos.

Asentí con lágrimas en los ojos.

Chupó mi hombligo y subió hasta mi sostén. Lo desabrochó y me masajeó. No quería hacer, pero esto era muy difícil. Empezó a chupar uno, a lamerlo, incluso lo mordió. Tiré de las esposas cuando hizo esto.

Levantó la mirada y me analizó.

-Creo que es el momento de ser más gentil. -Me dijo.

Levantó mis piernas, posándolas sobre sus hombros. Su lengua pasó por todas partes, y entró en algunas de ellas. Me bajó.

-¿Tienes cosquillas? -Asentí. -Entonces si haces algo que no me guste repetiré lo del hielo.

Empezó a chuparme las axilas. Me hormigueaban, no podía controlarme. Era muy difícil. Volvió a girarme, dejando mis brazos de nuevo estirados. Me abrazó y me agarró los pechos. Empezó a masagearlos, y justo cuando pensé que sería gentil de verdad, los apretó con fuerza. Grité de dolor.

-Eso no me ha gustado. -Sonrió.

Me volvió a girar. Cogió el hielo y me obligó a metérmelo en la boca. Me besó, metiendo su lengua y haciéndolo girar. Lo pasó a su boca y me lo posó en el hombligo.

-Eres bellísima.

-¿Por qué me haces esto?

-Creo que no te he dicho que hablases.

Me obligó a sentarme. Vi como se ponía un preservativo. Metió su miembro en mí de nuevo, pero esta vez no me resultó doloroso. Estaba sentada en sus piernas, con los brazos echados hacia atrás, agarrando los barrotes.

-Ahora sí que puedes hablar.

-Po-por qué...

-Te vi en fotos y me enamoré.

-Esto no es amor.

-Para mí sí.

Cogió una liga, la levantó y la dejó caer de nuevo sobre mi pierna. Eso dolió.

Pasaron las horas y se hicieron las siete y media. Una alarma en su móvil lo avisó. Bajó de la cama, dejándome tumbada.

-Ya es la hora. -Dijo. -Mejor media hora más.

Quería morir. Desenganchó una esposa y la separó más, deforma que mis brazos estaban muy separados. Se metió en el hueco de estos, de forma que su miembro estaba muy cerca de mi cara.

-Ya sabes qué hacer.

Me agaché un poco y repetí lo del principio, pero esta vez decidí fastidiarlo. Usé mis dientes para lastimarlo un pco. Lo escuché gemir.

-No vayas con esas. -Me advirtió.

-Pues déjame irme. -Le pedí.

Suspiró. Me sacó las esposas y volvió a poner la ropa.

Llegué a casa medio llorando.

Mi hermanastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora