¿Eres de fiar?

1K 74 2
                                    

Hoy Jacob no había venido a clase porque estaba enfermo. La verdad es que el camino se me hizo bastante largos sin él. Al llegar a la puerta, vi que Laura me esperaba; estaba tensa, con una sonrisa forzada en la cara. Me acerqué casi corriendo.

-¿Qué sucede?

-Tamara quiere verte -me contestó medio llorosa.

-¿Y por qué estás así?

-Tiene algo de gran valor para mí que solo te lo dará si vas a verla.

Me armé de valor, respiré ondo y me atreví a preguntar:

-¿Dónde está?

-En la clase cinco, última planta a la derecha.

Mi cuerpo entero se puso alerta. Había oído hablar de ese sitio. Es donde se dan las clases de apoyo, pero al estar en el último piso, es donde se suelen hacer todo tipo de cosas. Y cuando digo todo tipo, me refiero a todo tipo.

Subí con temblor en las piernas. Cuando me encontré frente a la puerta... no fui cpaza de abrirla. Me quedé mirándola sin saber qué hacer. Se corrió hacia un lado y vi que era Tamara la que abría. Me sonrió como el día que fui a su casa; me invitó a pasar en silencio. Dentro estaban Nícolas, ella, Andrew y otro chico al que no conocía de nada.

La puerta se cerró con llave detrás de mí. Estaba muy asustada.

-He venido a buscar lo que le habéis quitado a Laura.

-¿Te refieres a esto? -el chico levantó un collar rosa que enseguida reconocí. Se lo había regalado mi hermano en una de sus citas.

-Te lo daremos cuando nos hagas un favor -continuó Tamara.

La miré extrañada.

-Hay algo que queremos -apoyó Nícolas.

-Tu ropa interior -declaró el chico.

-¿Puedo saber para qué la queréis? -me crucé de brazos. Esto era una tomadura de pelo.

-Hay alguien que está dispuesto a pagar una gran cantidad por ella -habló Andrew por primera vez.

-Y obviamente no me vais a decir quién.

-No eras tan tonta como dicen estos -comentó el chico.

-Enonces solo queréis eso, si esperáis aquí mientras me cambio en el baño...

-La verdad es que queremos grabarlo -dijo Tamara sujetando su móvil.

Me giré hacia la puerta con intención de salir. Negando con la cabeza y diciéndoles en japonés que no. Estaba demasiado nerviosa, asustada para poder hablar con claridad.

-Si no lo haces, quemaremos le collar -adviritó Nícolas.

Si hacían eso, era muy posible que la relación de mi hermano se viera afectada, alfo que yo no permitiría. Caminé al centro de la sala y me desabotoné la camisa. Mi sostén quedó a la vista de todos; una luz detrás de mí me advirtió de que Tamara ya estaba gravando. Me lo desabroché y lo tiré al suelo, para acto seguido poder ponerme la camiseta. Luego levanté mi falda y fui bajando el resto. También las dejé tiradas. El chico las cogió y metió en una bolsa de tela de color rojo. Me coloqué la falda. Nícolas me tiró el collar y lo atrapé al vuelo.

-Andrew quiere decirte unas palabras, nosotros nos largamos.

Antes de salir, Andrew besó a Tamara, una acción que sinceramente me desconcertó. Cerraron la puerta, dejándonos solos. Me miró con expresión triste. Luego sacó de su bolsillo dos prendas dobladas. Me las tendió y observé con felicidad lo que eran.

-Póntelas, es ropa interior vieja que a mi madre ya no le sirve. Siento todo esto.

Volví a desabotonarme la camisa, pero cuando estaba a punto de sacármela advertí la mirada de él.

-¿Podrías girarte?

-Creo que me merezco un premio por ser bueno contigo, ¿no?

-Supongo.

Me puse de espaldas y saqué la camisa. El sostén me quedaba un pelín grande, además de que no era capaz de abrocharlo.

-Déjame ayudarte.

Nuestras manos se rozaron. Las tenía frías y daba la sensación de que nunca habían tocado la piel de otra persona. Tensas cuando me enganchó el sujetador, tensas cuando me giró brutalmente, tensas cuando tocaron mis caderas, tensas cuando se acercó todo lo que pudo a mí, tensas cuando nuestras narices chocaron y tensas cuando me dio un fugaz beso en los labios. Me soltó y caí al suelo, con las piernas abiertas, sin dejar paso a la imaginación.

-¿Es que quieres llegar a la segunda base?

Las cerré avergonzada. Me lanzó la otra prenda a la cabeza y me la puse como un fuego. Al estar en pie de nuevo, me enganché la camiseta, y antes de volver a clase le pregunté:

-¿Por qué me besaste?

-Antojos de niño de rico.

-¿Cómo sé si puedo confiar en ti?

De repente, sacó el móvil de Tamara de un bolsillo, y me mostroó como borraba el vídeo, dejándome completamente estupefacta.

-No lo sabes.

Mi hermanastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora