Vecino Yo También Se Jugar

El viaje

Estábamos camino a Los Ángeles, estaba un poco ansiosa por llegar al lugar.
Renata dormía a mi lado y mi madre platicaba animadamente con el pasajero de a lado.
Una azafata pasó a mi lado.

- Señorita disculpe ¿ podría traerme una almohada ?

- Claro ¿algo más ?

- Pues si ¿seria mucho si me trae una botana y un jugo?

- No, para eso estoy

Se fue dejando me escuchar los molestos ronquidos de mi hermana.
Sentía que era una eternidad y apenas llevábamos 20 minutos de vuelo.
Saque un libro de mi bolsa, se llamaba Martín Pig, del autor Kevin Brooks , el libro me parecía interesante e iba a la mitad.

- Señorita aquí esta lo que me pidió- la azafata traía un carrito con varias cosas

- Gracias, me ha salvado la vida

Coloqué la almohada en la ventana y acomode a Renata

- Debe quererla mucho ¿ es la menor?

- No, ella es la mayor por 11 minutos y no, no es que la quiera es sólo que amo a mi hombro, gracias

La señorita se fue, me estire y me acomode. Coloque la mesita para comer y me puse a disfrutar de mi libro y la comida, todo estaba genial y muy bien.
Me había picado en el libro, era interesante ver lo que un niño podía llegar a hacer, más si se tiene un padre con problemas de alcoholismo.

- Hola- la voz de un chico interrumpió mi lectura.

- ¿ Hola?

- Soy Ray, oye se ve interesante el libro

- Si, esta muy interesante

- ¿ Cual es tu nombre?

- Regina un gusto

El chico era un poco rubio y con ojos color azul.

- Entonces ¿ a donde vas?

- A Los Ángeles ¿ no ed obvio?

-  Si, lo es solo que a que parte

- Aun  no lo se es difícil saberlo ya que mi madre no me ha dicho nada

- Ya lo creo, si quieres podemos ir a algún lado ya que estés instalada con tu familia

- ¿ A dónde?

- Pues a alguna disco, a tomar una copa

- Me parece bien

- Mira si te parece te doy mi número - sugiere

- Me parece bien

Me dio su número, seguimos platicando un poco mas hasta que se puso a trabajar.
Entre tanto me puse a pensar en mi nueva vida. En la universidad apenas iba a entrar, estaba con los ojos puestos en un campus

- Regina - despertó Renata, se estiraba- ¿Ya llegamos?

- No, aun no

- Vas visto a alguien importante

- No, estoy leyendo no ligando

- Si aja hermanita, te creo, te creo

Puse lo ojos en blanco.

- Yo no soy como tu Renata yo si pienso en la virginidad hasta el matrimonio

- Estamos en el siglo 21 Regina y somos de mente abierta

- Si pero no voy a ir por el mundo haciéndolo con el primero que me encuentre

-¿ Lo dices por mi?

- Al buen entendedor pocas palabras

- Si, lo que tu digas, al menos soy feliz con mi vida

- Yo también soy feliz con la mía

- Hasta que llegues a los 40, estés toda aguada, virgen y con mil gatos

- Al menos no moriré de una enfermedad de transmisión sexual

- Si lo que tu digas

Se volteó, no era que yo fuera la niña sensata y buena, puede que  sensata pero era mejor esperar a que pasara algo malo.
Me quedé mucho tiempo mirando hacia la nada, pensando en lo que pasaba, en como la vida cambiaba. En todo pero en lo acontecido esos últimos meses, sólo recordaba las veces en las que mis ladres peleaban y eso me causaban tristeza pero sobre todo me perturbaban.
Mis lágrimas amenazaban con salir, solo me preguntaba ¿ porque no me había quedado con mi padre?
El dijo que no podíamos vivir juntos  y que no podía hacerse cargo de nosotros, o al menos  de que era mucho para el.
Después de recordar cosas tristes y haciéndole la idea de tener una vida nueva. Para cuando mis pensamientos se habían esfumado, el viaje se había acabado.